Foto Prensa Miraflores

Aunque no sea apropiado de acuerdo con el libro de estilo de El Nacional, hay que decirlo: “Cuando el río suena, piedras trae”. No es emular a aquel presidente del siglo pasado que todo lo arreglaba con un refrán. De lo que se trata es de recoger lo que piensa la gente en la calle, porque la sabiduría popular casi siempre adivina las verdaderas intenciones de los gobernantes.

Desde el pasado viernes, cuando un grupo de gandoleros decidió protestar en la Autopista Regional del Centro por la falta de gasoil, comenzó la función. Los conductores se quejan de que pasan al menos 18 horas en cola para llenar los tanques de sus camiones. No es difícil de entender que una protesta masiva por falta del combustible que usa la mayor parte del parque automotor de carga puede poner en jaque a Caracas. Es sabido que lo que le pase al resto del país a Maduro y compañía les tiene sin cuidado. Pero si el caos amenaza la capital es otra cosa. La consecuencia inmediata de esta escasez sería el desabastecimiento de bienes y eso puede convertirse en una chispa.

Por eso el cierre de la autopista parece ser el antecedente inmediato de los anuncios a cuentagotas para hacer creer que el llamado 7×7 se convertiría en un sistema de cuarentena más “radical”. Así como el año pasado el confinamiento por el covid-19 le cayó de perlas al régimen para disfrazar la escasez de gasolina, en 2021 se repite la historia. Mas de lo mismo, pero esta vez hasta prohibieron el transporte interurbano.

Así, el sucesor de Chávez se muestra alarmado y ordena a la gente ponerse el tapaboca en la “pantorrilla”, olvidando que fue “barbilla” lo que le dijeron los que le escriben el guion para sus apariciones. No parece estar asustado por el número de enfermos y muertos que forman parte de informe oficial diario, del cual también conoce el tamaño del subregistro, sino por evitar otros contratiempos.

La pregunta obvia es que, si la situación es tan grave, ¿por qué el esquema sigue siendo de una semana de confinamiento y otra no? ¿Por qué se anuncia con antelación que la Semana Santa será flexible? Por lo menos, es contradictorio.

Por eso la gente tiene derecho de pensar que hay gato encerrado y saca cuentas. Exactamente 15 días después de unas fiestas de Carnaval sin mayores controles aparece el repunte. ¿No es suficiente evidencia para entender que han manejado mal la pandemia y que las medidas que toman lejos de evitar contagios los propician? Por el contrario, cuando se esperaban medidas más duras, se limitan a lo retórico para en la práctica aplicar medidas a conveniencia, como prohibir el transporte y las concentraciones públicas en tres estados, los más poblados.

De allí que sea lícito concluir en que el objetivo del régimen seguirá siendo, como ha sido y es, salvar su pellejo. Lo que le pase al común de los venezolanos no les importa.