sábado, 30 de enero de 2021

¿Democracia?

 


Es probable que en ocasiones se tenga la impresión, viendo el contenido que abunda en la mayoria de los medios de comunicación en Venezuela sometidos a la censura y a la no menos trágica y vergonzosa autocensura, que la democracia es quizá solo un discurso, o peor, solo la actitud de no entrar en conflicto con los que mandan por ser quienes mandan y, nosotros, ¡oh condenados!, debemos siempre ser obedientes y disciplinados para ser buenos ciudadanos. Criticar al presidente, al gobernador o al alcalde, es “hablar mal de…” y no mi derecho a expresar mis ideas aunque estas fuesen injustas o imprecisas.

 

Tenemos entonces que quienes exigimos elecciones libres y justas en Venezuela, con observación internacional, arbitro designado conforme a la constitución, tutela judicial efectiva, competitivas, sin ilegalización de partidos políticos y sin perseguidos o presos políticos sea calificada por cierta matriz de opinión como una actitud “romántica”, “carente de pragmatismo”, “porque no somos Suiza” y “hay que ubicarse en nuestra realidad”. Es decir los Suizos, o cualquier otro habitante de alguna de las democracias occidentales en Europa o América, si merece poder elegir a sus gobernantes pero el venezolano que pretenda o desee hacerlo es un “soñador” y “no pisa tierra”.

 

Recientemente, Pedro Sanchez, Jefe de Gobierno de España y líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), expresó que su gobierno promoverá las opciones diplomáticas a disposición para lograr que en Venezuela se celebren elecciones libres y justas, la respuesta de Diosdado Cabello en su programa televisivo fue “¿Quién es Pedro Sanchez para pedir eso en Venezuela?”. En otras palabras, los principios de no intervención en asuntos internos y soberanía nacional son útiles para que los gobernantes de facto le digan al mundo que ellos, y solo ellos, ya decidieron quién gobierna Venezuela, por tanto, unas elecciones libres y justas son algo superfluo.

 

La agenda gubernamental actual no es la restitución de los derechos previstos en la constitución vigente, es la normalización de nuestra obvia anormalidad. Los partidos judicializados son la “oposición” y son tan de “oposición” que votan por unanimidad parlamentaria (sin votos en contra o siquiera salvados) para temas cómo la persecución de los diputados legítimos y el postular al premio nobel a los médicos cubanos. Ya es “normal” la anormalidad de decirle a un entrevistado por algún medio de comunicación que no puede decirle “presidente interino” a quién la constitución dice que es presidente interino, no puede decirle “diputados” a los diputados, “Fiscal General” a quién es Fiscal General, “Magistrados” a quiénes la AN nombró Magistrados del TSJ y hoy están en el exilio. Todos esos cargos se ejercen hoy por la fuerza de las armas antes que por la observancia de las leyes, pero esa es la normalidad.

 

Entonces, si hablamos de eso que no se puede hablar, ni decir, ni pensar, pues, somos “soñadores” o creemos en el “gobierno de internet” y que el hecho de que hoy la sucesión presidencial en caso de fallecimiento, asesinato, enfermedad o cualquier otra posibilidad encerrada en el termino jurídico de “falta absoluta” del Presidente le sea reservada a dos hermanos (Recuérdese, el régimen de facto designó a Jorge Rodriguez presidente de la AN y a Delcy Rodriguez Vicepresidenta del poder ejecutivo) no puede sino reverenciarse como una demostración de profunda democracia participativa y protagónica y no calificarse como lo que realmente es: un signo inocultable del giro “monárquico” que tiene la “Revolución”.

 

Es momento entonces que hagamos un acto subversivo, terrorista, que genere zozobra y escandalo en la opinión pública en el presente texto, voy a citar el artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a saber:
 

1.       Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.”

 

Y, siendo aún más escandaloso, citaré parte del preámbulo de la Declaración que explica parte de su razón de ser:  Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.

 

Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica

viernes, 29 de enero de 2021

País petrolero sin gasolina

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Venezuela tiene tantos problemas que pareciera que se estuviera logrando el objetivo de olvidar que se trata de un país productor de petróleo. La crisis humanitaria arropa cualquier otro asunto en el país, porque se trata de la vida de los ciudadanos que está en juego.

Pero, a pesar de que pudiera pasar inadvertido, la producción de petróleo y sus derivados es una causa importante de lo que padecen los venezolanos. Una de las razones tiene que ver con la macroeconomía, porque ya al país no le entra la misma cantidad de millones de dólares producto de la exportación de crudo.

En ese punto el régimen insiste en que es culpa de las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros países. Sin embargo, los números están demostrando que con ayuda de terceros han logrado burlar los obstáculos.

Pero hay otra razón por la cual la drástica disminución de la actividad petrolera de extracción y refinación incide en la crisis. Todo se ve afectado por la escasez de gasolina. Y aunque en la capital ya no se ven largas colas para surtir combustible, hace días que los ganaderos y agricultores están advirtiendo que la falta de gasoil incidirá directamente en el abastecimiento de alimentos en las grandes ciudades.

¿Tienen razón los rojitos? ¿Son las sanciones la causa de que Pdvsa sea solo un recuerdo? Pues lo que acaba de ocurrir en la refinería Cardón dice todo lo contrario. Por falta de mantenimiento, uno de los oleoductos más importantes del occidente del país, el que une la costa oriental del lago de Maracaibo con el complejo de Paraguaná, colapsó y se tuvo que paralizar la producción.

Falta de mantenimiento, esa es la constante desde hace más de 20 años, pero sobre todo en la industria petrolera nacional. Desde que el comandante muerto botó a todo el personal capacitado de Pdvsa, no se siguen los protocolos que garanticen el buen funcionamiento de las instalaciones y los equipos que tanto le costó a la democracia instalar.

Y aunque los jerarcas rojitos de la petrolera estatal traten de desmentir el hecho de que Cardón está detenida, la escasez que se avecina tarde o temprano dirá lo contrario. Ya la refinería, con capacidad para tratar más de 300.000 barriles diarios, solamente estaba procesando 55.000. Nada queda de la grandiosidad del Complejo Refinador Paraguaná, pero porque su destrucción comenzó mucho antes de las sanciones.

Los ciudadanos siguen a merced de los negocios que haga el régimen con Irán para poder contar con el combustible necesario, aunque todos saben que lo que empeñan es el futuro de Venezuela.

miércoles, 27 de enero de 2021

La cura milagrosa

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carvativir, gotitas milagrosas

Hace aproximadamente 20 años hizo furor en Latinoamérica una pastillita que inventaron los cubanos, la famosa PPG. Se suponía que era la cura milagrosa para el colesterol, así que la gente la sacaba de la isla y hacía negocios con su venta.

Lo cierto es que los hombres le atribuían otras propiedades, parecidas a las de la también famosa pastilla azul. De igual manera se hizo popular el uso que le daban los cubanos a la placenta de ovejo, con la que dijeron eliminar por completo el vitíligo y la caída del cabello.

A pesar del bloqueo, el régimen comunista cubano debió haber invertido mucho dinero en investigación y en medicina para que se dieran esos resultados. Muchos podrían discutirlos y hasta refutarlos con pruebas, pero lo cierto es que en los años ochenta del siglo pasado, la cúpula dictatorial cubana se dio a la tarea de construir una matriz de opinión positiva hacia su sistema de salud.

Pero no es el caso del régimen madurista. Sobre todo porque en lo único en que ha sido exitoso es en la destrucción del sistema de salud, que con sus bemoles funcionó durante 40 años. Incluso, la capacidad de investigación en esa y otras áreas fue aniquilada por completo. Las universidades han perdido toda capacidad y el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas es un cascarón vacío.

Con todo y eso, el sucesor de Chávez el domingo anunció con bombos y platillos que Venezuela había conseguido la cura contra el covid-19. Algo que pasó inadvertido a los científicos de universidades como Oxford o laboratorios privados que han desarrollado vacunas. Son unas goticas que aniquilan por completo la carga viral; lo mata, pues.

“Carvativir” es su nombre. Afirma que se hicieron los estudios y las pruebas pertinentes para comprobar que ni siquiera causa efectos secundarios. Lo que faltaba era que dijera que causaba la misma respuesta que la PPG que tanto les gustaba a los hombres. Afirman que se descubrió en el IVIC y que están en capacidad de producir el medicamento en grandes cantidades para repartirlo dentro y fuera del país, hasta en el último módulo de Barrio Adentro. ¡Ay, no!, perdón. esos ya no existen.

La Academia de Medicina, sin embargo, recomienda prudencia con las “gotitas milagrosas”. En un documento que hizo público advierten que “no hay nada novedoso, pues desde tiempos ancestrales los extractos y los productos puros del tomillo tienen una larga tradición como nutricéuticos y agentes terapéuticos”.

Pero el jefe del régimen hacía tamaño anuncio y por otro lado el presidente del parlamento rojito, además psiquiatra, culpaba a Guaidó de haberse robado los recursos para comprar las vacunas anticovid. ¿Entonces? ¿Tenemos o no tenemos la cura? Maduro afirmó que el Carvativir llegará a todas partes, incluso a “países amigos”. La salud no espera, señores. No es hora de discursos revolucionarios -¿o vacíos?, es lo mismo-, sino de fortalecer el sistema de salud del país y garantizar que todo el pueblo tenga acceso a la inmunización.

Ojalá José Gregorio Hernández haga en verdad el milagro de protegernos contra tanto cinismo y maldad, pues no les ha temblado la mano para jugar con la vida de los venezolanos.

martes, 26 de enero de 2021

Del oro y otras cuentas

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El recién estrenado número dos del régimen está indignado. Como el Banco de Inglaterra, donde está depositado el oro venezolano, solo reconoce la autoridad de la presidencia interina, acusa de corrupción a los líderes opositores y afirma que quieren quedarse con esas reservas para su propio beneficio.

Alega que no los dejan usar los recursos para comprar vacunas contra el covid-19. ¿Es que el Estado no posee más cuentas? ¿Es que el Ministerio de Salud no tiene presupuesto? ¿Ponerle la mano a las reservas de oro es la única fuente de financiamiento?

“Con los fondos bloqueados en el exterior, Venezuela holgadamente podría pagar todas las vacunas contra el covid-19 para los más de 30 millones de venezolanos, incluidos los que se encuentran en el exterior y los extranjeros que viven desde hace años en Venezuela”, dice el psiquiatra.

Un poco tarde parecen descubrir el alcance de las sanciones y del reconocimiento de la presidencia interina por parte de la comunidad internacional, lo que le da, entre otras, la potestad de decidir sobre el uso de las reservas de la nación o de tomar las medidas necesarias para proteger a compañías que, como Citgo, son objeto de demandas de acreedores que responden a expropiaciones y malas decisiones tomadas en las dos últimas décadas. Los efectos de esas sanciones no son precisamente fantasías en la cabeza de Juan Guaidó.

Pero hay otra gente que saca cuentas. “Entre 1999 y 2020 los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro recibieron por exportaciones petroleras la astronómica cifra de 991.798 millones de dólares, casi 1 billón de dólares”, informó el diputado José Guerra. “Durante el lapso en el que gobernó Hugo Chávez, 1999-2012, los ingresos por ventas de petróleo alcanzaron 700.000 millones, a un promedio de 50.000 millones cada año, cifras estas suficientes para haber hecho de Venezuela una nación próspera. Pero no solamente dilapidaron esa suma gigantesca producto de la factura petrolera, sino que también comprometieron la renta petrolera futura mediante un endeudamiento externo cuestionable”, aseguró el economista y parlamentario.

¿Dónde está ese dinero? Con cifras tan descomunales los venezolanos deberían contar, como mínimo, con el mejor sistema de salud de Latinoamérica y las autoridades de salud podrían disponer de dinero suficiente para enfrentar la pandemia y proveer de vacunas a toda la población. La repuesta parece estar en algunos bancos suizos en los cuales, según se ha reportado, habría 10 millardos de dólares en casi 100 cuentas de venezolanos.

“Welcome Mr.President”

 

OPINIÓN. -

Reinaldo Aguilera R: 

Luego de semanas de pataletas y de negaciones, respecto al resultado de cada demanda que se introdujo como recurso electoral por parte del equipo Trump, finalmente se impuso tanto la ley como la tradición, necesariamente así debía ser, aunque muchos lo duden, para el mundo entero el asunto ha quedado sin más ni menos en un episodio de realidad paralela, impropia e indigna de la democracia más antigua y consolidada del planeta.

En medio de las más altas medidas de seguridad tomadas en mucho tiempo para una ceremonia de cambio de mando, el momento en que Biden alcanza la presidencia resulta tan atípica, como aquella en la que Harry Truman sucedió a Roosevelt en plena Segunda Guerra Mundial, quizás comparable también con el día en el que el Presidente Ford sustituyó al Presidente Richard Nixon luego de su renuncia, lo cierto es que el pasado 20 de enero, Joe Biden se convirtió en el 46 Presidente de EEUU y así se inició una nueva etapa en el país del norte.

El mismo primer día de Biden en el cargo y sentado en la Oficina Oval, procedió rápidamente de tal manera de proceder a desmantelar la Administración Trump, por lo que firmó de inmediato 17 nuevas órdenes ejecutivas en diferentes áreas; lo que es considerado un movimiento audaz  para acabar con las políticas que, en palabras de los asesores del nuevo presidente, han sido un “daño mayor” para la nación, causando diversos incidentes como el de la toma del Congreso a inicios del año.

 

Por otra parte, el ex Presidente Donald Trump, ya formalmente acusado, espera el inicio de un segundo juicio político que podría traerle implicaciones futuras, tales como el que se le impida acceder nuevamente a cualquier cargo público, lo que le impediría postularse nuevamente a la presidencia dentro de 4 años.

 

Tal y como lo prometió, el Presidente Biden lanzó una de las órdenes ejecutivas, para proteger a 650.000 inmigrantes indocumentados que llegaron al país siendo todavía niños, por lo que se les conoce en el ámbito migratorio como “Dreamers”.

Además, la medida también pide al Congreso que promulgue una legislación que les proporcione estatus de residentes permanentes y les abra camino a la ciudadanía.

Sin embargo, no hay que olvidar la Orden Ejecutiva firmada en su última noche en la Casa Blanca por el ex Presidente Trump, denominada Deferred Enforced Departure for Certain Venezuelans (DED) o Salida Obligatoria Diferida para Ciertos Venezolanos, mediante la cual se ordenó suspender durante 18 meses la deportación de ciertos ciudadanos venezolanos elegibles, que estén indocumentados dentro del país a partir del 20 de enero de 2021; igualmente la posibilidad de obtener un permiso de trabajo con vigencia durante ese lapso de tiempo.

Como podemos ver, muchos cambios en materia migratoria en los primeros días de la nueva administración, con la salvedad de que muchos compatriotas serán beneficiados ahora.

En otro aspecto nada fácil de tratar, está el asunto del Coronavirus y la grave crisis en la que se encuentran sumidos los EEUU, tendremos que esperar y observar si el plan del nuevo presidente, para combatir la pandemia y preparar a los estadounidenses con miras a futuras amenazas funciona.

Otro asunto que está enfrentando de inmediato el nuevo Presidente, es el referido al hecho de reincorporar a Estados Unidos al Acuerdo de París, del que volverá a formar parte en 30 días, recordemos que, en 2019, Trump notificó oficialmente a Naciones Unidas que Estados Unidos abandonaba la coalición de casi 200 países, que trabaja por alejarse de los combustibles fósiles que contribuyen al calentamiento global, tales como el carbón, el petróleo y el gas natural, que repercute directamente en el cambio climático mundial.

Sin lugar a dudas que la situación en nuestra Venezuela también se encuentra en el radar de la nueva administración y esperamos con sumo interés que se actúe con prontitud, ya que parece que el tiempo se acaba para millones de venezolanos que necesitan de una solución urgente, que necesitan volver a la normalidad, que necesitan simplemente vivir.

En tal sentido, no esperamos nada más allá, que el hecho de que se adelanten los planes a nivel global que ofreció cuando era candidato y ahora se ejecuten estando usted ya como jefe y cabeza visible de la democracia por referencia en el mundo; por lo cual nos complace darle la bienvenida y desearle los mayores éxitos señor Presidente Biden.

Welcome Mr.President!!!!    

Así de simple y sencillo.

Reinaldo J. Aguilera R.

@raguilera68/@AnalisisPE

 

lunes, 25 de enero de 2021

Washington-Venezuela: ¿y ahora qué?

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JBiden Madurooe Biden y su equipo enfrentan un panorama internacional desafiante. Si bien Venezuela y su destino son importantes para Washington, existen prioridades de mayor envergadura. Sin embargo, las cosas podrían complicarse de manera acelerada, y América Latina convertirse en un foco de tensiones de una gravedad que aún nos es difícil imaginar a plenitud. La ofensiva de la izquierda radical, impulsada desde La Habana y Caracas con apoyo de actores externos al hemisferio, pronto desatará todas sus ambiciones sobre otros objetivos, que incluyen Colombia, Brasil y Chile. En tiempos de la Guerra Fría, Washington reaccionaba con una celeridad y contundencia que ya no operan en las vigentes circunstancias, y sería iluso esperar un retorno a ese pasado. Pero los fantasmas del pasado a veces deambulan como si nada hubiese cambiado, y ello se aplica de manera particular a la izquierda latinoamericana y sus socios internacionales, empeñados aún en la lucha global contra el “imperio”.

¿Qué harán Biden y su equipo frente al reto venezolano? Como apuntamos en una previa nota editorial, los pronunciamientos de algunos representantes del nuevo gobierno han apuntado hacia una continuidad esencial, con algunos ajustes, de las políticas de Trump. No obstante, tres serios peligros acechan a los decisores que se reestrenan en Washington. El primero se deriva del deseo de hacer algo distinto y novedoso a toda costa, y diferenciarse claramente de lo que hicieron Trump, Pompeo y Abrams, perdiendo de vista lo mucho que se ha movido el terreno desde los tiempos de Obama. El segundo peligro consiste en ceder a las presiones de los sectores radicales del Partido Demócrata, cuya actitud hacia Cuba y la izquierda internacional en general es blanda y condescendiente. El tercero es confundir negociaciones con apaciguamiento, desdeñando la necesidad de que todo gesto y acuerdo diplomático sea acompañado de severo castigo en caso de incumplimiento.

Lo que tal vez Biden y su equipo no han asimilado aún con relación al caso venezolano, abrumados como están ante los numerosos asuntos que deben ahora lidiar alrededor del mundo, es que quizás muy pronto, mucho antes de lo que habrían deseado, se verán en la necesidad de redoblar las presiones sobre un régimen que se cree sólido, y que no ha desistido de su propósito de mantenerse en el poder sin límite de tiempo. Apuntalado por el asesoramiento cubano, Nicolás Maduro percibe las dudas de un enemigo que aspira a ser distinto a Trump, pero que tal vez se verá obligado a seguir con todavía mayor empeño la ruta señalada por el anterior ocupante de la Casa Blanca.

Maduro no puede estar seguro acerca de la estrategia que seguirá Washington, y por ello ya ha empezado a desplegar los diversos aspectos del libreto que La Habana escribe y el régimen venezolano ejecuta. En primer lugar, solicitar un giro a Biden en lo que toca a Venezuela, como anzuelo para abrir otra etapa de ambigüedad que siembre el desconcierto y promueva los titubeos, extendiendo así los tiempos y eludiendo compromisos concretos. En segundo lugar, el régimen ha iniciado otra ofensiva para desprestigiar a Juan Guaidó y la oposición democrática en general, mediante renovadas acusaciones de corrupción asociadas al apoyo de Washington, lo cual, obviamente, contribuye a acentuar las quejas de los sectores radicales y pro-castristas en el Partido Demócrata. En tercer lugar, Maduro y el parlamento oficialista comienzan otra vez a hacer ruido con las elecciones de gobernadores y alcaldes, excelente artimaña que no deja de surtir efecto, pues entre otras cosas agudiza los conflictos en el seno de la oposición.

¿Tiene razón Maduro al sentirse reforzado, con el país adormecido, la oposición perpleja y sus aliados internacionales envalentonados? En alguna medida la respuesta es afirmativa, pero el exceso de confianza es mala consejera. El régimen descansa sobre una coalición de radicales con fuertes lazos que les unen a Cuba, y de poderosos sectores cuyos auténticos intereses son el expolio y enriquecimiento personales. Los primeros se apegan a la consigna de “Patria o muerte”, pero los segundos son mucho más susceptibles a las ofertas de salidas que les permitan sobrevivir en otras circunstancias. Con verdaderos revolucionarios de objetivos ilimitados no es posible entenderse, pero el chavismo hace rato que desgastó la mayor parte de sus energías guevaristas. La fractura de la coalición sería el fin del régimen, y ello pareciera exigir una línea de mayores presiones, nunca de apaciguamiento. Creemos que Biden y su equipo no tardarán en percibir con claridad estas realidades, y de modo especial un hecho clave: lo que busca Maduro es el levantamiento de las sanciones a cambio de nada sustancial.

viernes, 22 de enero de 2021

Washington-Venezuela: ¿y ahora qué?

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Se ha instalado un nuevo gobierno en Washington y lo sensato y razonable es desearles éxito a Joe Biden y su equipo. ¿Cómo podría traducirse en la práctica tal anhelo? Intentaremos contribuir al esclarecimiento de los retos planteados mediante varias notas editoriales, siendo esta la primera de ellas, y abordando las siguientes preguntas: 1) ¿cómo opera una diplomacia exitosa?; 2) ¿cómo definir el éxito con respecto a la actual situación venezolana, y cómo se enlaza con el ámbito geopolítico más amplio donde se ubica la crisis venezolana?; 3) ¿qué se puede esperar de Maduro y sus cómplices?, ¿se trata de mafiosos o de verdaderos revolucionarios?

En esta nota abordaremos la primera interrogante formulada.

Destacados maestros del arte diplomático han señalado de manera reiterada que una diplomacia exitosa jamás opera en el vacío, sino siempre dentro de un contexto de relaciones de poder, que incluyen generalmente la tácita o potencial amenaza del uso de la fuerza o si se quiere de la presión, en un sentido amplio. Los lectores interesados en el tema obtendrían gran provecho, por ejemplo, de la cuidadosa revisión del brillante artículo que Henry Kissinger publicó en enero de 1969 en la prestigiosa revista Foreign Affairs, titulado “Las negociaciones sobre Vietnam”, complementando dicho texto con un estudio acerca del modo en que tanto Kissinger como los representantes de Vietnam del Norte llevaron adelante el proceso. La lección clave a ser asimilada es sencilla en apariencia, pero de honda significación: una negociación diplomática exitosa reclama avanzar con firme apego al marco de poder, intereses y expectativas que las originan, dinamizan y dan sentido. Las negociaciones para dar fin a la guerra de Vietnam, al menos por parte de Washington, tomaron varios años hasta alcanzar una conclusión mutuamente aceptable, y mientras Kissinger y los representantes vietnamitas hablaban, la guerra continuaba y hasta se intensificaba, los bombardeos y las batallas proseguían y soldados civiles seguían muriendo. Las palabras y las movidas del tablero diplomático avanzaban mientras se escuchaba, metafóricamente hablando, el lejano eco de bombas y de balas.

El punto es relevante a manera de analogía con relación a la trivial y casi frívola discusión, común entre venezolanos de la oposición democrática y también presente a veces en el Departamento de Estado americano, en tiempos de Obama y Trump, sobre las opciones frente al régimen de Maduro. Algunos comentaristas que estos días claman por una línea diplomática, en lugar de la presunta estrategia unilateral de sanciones y máxima presión, pierden de vista que en todo momento, a lo largo de los pasados doce años y en mezclas variables, se han producido reiterados intentos de negociar directamente o en secreto, ejerciendo a la vez presiones de diversa índole.

A pesar de que Obama privilegió la diplomacia hacia Cuba y Venezuela, no fue tan ingenuo como para olvidar del todo que esa ruta existía en un contexto de incentivos positivos y negativos, de “zanahoria y de garrote”. Y el hecho es que el propio John Kerry acabó por decepcionarse de la respuesta cubana a los estímulos positivos de Washington. Los cubanos, como es su costumbre, se aprovecharon de la buena voluntad de Obama-Kerry para beneficiarse en todo lo posible, ganar tiempo y desechar los cambios democráticos y concernientes a los derechos humanos, que los diversos acuerdos alcanzados estipulaban. En otras palabras, Raúl Castro y sus secuaces cobraron y se dieron el vuelto.

En cuanto a tiempos más recientes, no es verdad que la estrategia de Washington se haya basado exclusivamente en sanciones y más sanciones. Una y otra vez se ha intentado que los incentivos negativos caminen en paralelo a ofertas positivas, ofertas que desde luego requieren de parte del régimen madurista una flexibilidad y una disposición que una y otra vez han brillado por su ausencia. Este último asunto, por cierto, será discutido al tratar nuestra ya anunciada tercera interrogante. Pero ahora deseamos concluir con esta reflexión: es fútil y baladí enfocar el desafío de Washington con respecto a Venezuela como una dicotomía entre diplomacia y sanciones, pues no son términos contradictorios sino complementarios. Ni la diplomacia de Obama ni las sanciones de Trump han existido en compartimientos estancos, tampoco necesariamente en una mezcla adecuada, pero han estado comunicadas. Tal vez no todo el tiempo, repetimos, de manera armoniosa y coordinada, en especial con los pareceres de la oposición venezolana. No obstante, no debemos olvidar que la oposición ha estado y está dividida y asume criterios en tensión, tanto sobre objetivos como acerca de la estrategia aconsejable para lograrlos. En cuanto a Maduro y sus cómplices, lo que quisieran es que Washington levantase las sanciones a cambio de nada o de muy poco verdaderamente sustancial. ¿Cómo salir del impasse y sacudir el estancamiento? Continuaremos en un editorial posterior. compartimientos estancos, tampoco necesariamente en una mezcla adecuada, pero han estado comunicadas. Tal vez no todo el tiempo, repetimos, de manera armoniosa y coordinada, en especial con los pareceres de la oposición venezolana. No obstante, no debemos olvidar que la oposición ha estado y está dividida y asume criterios en tensión, tanto sobre objetivos como acerca de la estrategia aconsejable para lograrlos. En cuanto a Maduro y sus cómplices, lo que quisieran es que Washington levantase las sanciones a cambio de nada o de muy poco verdaderamente sustancial. ¿Cómo salir del impasse y sacudir el estancamiento? Continuaremos en un editorial posterior