viernes, 31 de julio de 2020

David De Lima, el operador de los maletines verdes



CONTEXTO




El dirigente político David De Lima, que siempre ha cumplido roles de articulador para facilitar el desmontaje de la estructura política de la oposición, se encuentra actualmente en la mira de Estados Unidos que, por la “Operación Alacrán” ya sancionó a Luis Parra y a otros parlamentarios que se prestaron a esa jugada política.

Redacción LGA

31/07/2020

El nombre de David De Lima va y viene de la escena pública, cercano a las filas del chavismo, pero siempre jugando una agenda propia mientras cumple roles de articulador para facilitar el desmontaje de la estructura política de la oposición.

A finales de 2019, cuando estalló el escándalo de la compra de voluntades en la Asamblea Nacional para quitarle votos a Juan Guaidó, su nombre volvió a escucharse.

Varios diputados de oposición lo mencionaron como uno de los emisarios, que con maletines de dinero en mano, intentó comprar voluntades en la Asamblea Nacional. Lo señalaban como uno de los financistas de la “Operación Alacrán”, también estimulada por Alex Saab, el socio colombiano de Nicolás Maduro y artífice de la red de corrupción de los CLAP actualmente detenido en Cabo Verde, por quien el régimen venezolano ha movido cielo y tierra para liberarlo y, así, evitar su extradición a Estados Unidos. Los esfuerzos entonces estaban centrados en mellar la mayoría opositora, impulsar la candidatura títere de Luis Parra para presidir la Asamblea Nacional, y abrir espacios para una eventual toma de control del Parlamento por parte del chavismo, algo que ha ido rindiendo sus frutos a lo largo de los meses.

Pero parece que estas gestiones, así como en el caso de Alex Saab, no pasarán desapercibidas, bajo la impunidad que tan bien saben propiciar las autoridades venezolanas. De hecho, el diputado a la Asamblea Nacional, José Guerra, uno de los principales denunciantes de los “maletinazos” con dólares para la compra de parlamentarios ahora señala que De Lima está siendo investigado internacionalmente, y que pronto podría entrar en las listas de sancionados.

Está en la mira de Estados Unidos, que por la “Operación Alacrán” sancionó a Luis Parra y a otros parlamentarios que se prestaron a esa jugada política.

¿Pero quién es David De Lima?

David Eugenio De Lima Salas es oriundo de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, entidad donde desplegó durante años sus redes operativas y hasta llegó a ser gobernador en el 2000.

Nació en 1959 y fue un activo miembro de la Juventud del Movimiento al Socialismo (MAS). Años después ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para estudiar Derecho, y donde tuvo una carrera ascendente como dirigente juvenil. Esta militancia terminó por abrirle espacios en las filas “revolucionarias” y fue electo miembro de la Asamblea Constituyente en 1999, donde Luis Miquilena era el hombre poderoso que todos buscaban. De Lima lo sabía y se acercó a Miquilena estratégicamente para seguir avanzando en su carrera.

Fue así como se ganó la postulación a la Gobernación de Anzoátegui, cargo para el que fue electo y que ejerció desde el 2000 y hasta 2004. No pudo postularse para la reelección en ese momento porque había perdido el apoyo de Hugo Chávez luego de que algunos de sus desmanes se conocieran en Caracas. Por eso entregó la gobernación a su sucesor, Tarek William Saab, el fiscal general de Nicolás Maduro, nombrado por la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente.

Fue el propio Tarek William quien se dio entonces a la tarea de sacar a la luz varias de las irregularidades de De Lima, al punto de que en 2005 fue detenido por orden de un juez de control de Anzoátegui. Felipe Mujica, como presidente del MAS y siempre cercano al ex gobernador, lanzó un “Frente por la Libertad de David De Lima” y denunció a Chávez de querer boicotear su carrera para ser parlamentario.

El caso se desestimó y De Lima, con una sagacidad peculiar, bajó su exposición y viajó a España para unos estudios de especialización política. Quedó fuera del radar público, pero seguía trabajando como operador del chavismo a la sombra.

También estuvo al frente del proceso que le dio vida a Podemos en 2002 en alianza con dirigentes como Didalco Bolívar, también de las filas del MAS, a quien se suma una década más tarde en una estrategia de toma de control del partido, donde José Vicente Rangel jugó un rol importante. Para ese momento, se estaba mellando la base de apoyo de Henrique Capriles Radonski en las elecciones presidenciales, lo que implicó acciones similares sobre Patria Para Todos (PPT).

En una jugada que ahora resulta repetida, en 2012 también se denunciaron los sobornos a los jefes políticos de Piedra, Manos Por Venezuela, Cambio Pana y Unidos Por Venezuela, quienes retiraron su apoyo a Capriles, y el reclutamiento a las filas rojitas de los para entonces considerados “líderes opositores” Ricardo Sánchez y Carlos Vargas, de la juventud política de la UCV, y el ex diputado William Ojeda. David De Lima había reaparecido desde las sombras para favorecer a Hugo Chávez.

Luego formó parte de la oleada de toma de control de medios de comunicación privados en Venezuela que fue ejecutada por terceros, aparentemente independientes, pero que en verdad eran operadores del chavismo. Nunca se tuvo precisión sobre los nombres de estos inversionistas ni sobre el origen de los fondos, pero los medios de inmediato cambiaron su línea crítica y se volvieron afines al Gobierno.

En 2014, De Lima fue nombrado presidente ejecutivo del Grupo Últimas Noticias, un cargo que ejerció brevemente, para volver a quedar fuera de los reflectores públicos. Quizás hasta la advertencia de José Guerra en noviembre de 2019 no se supo mucho de él: “Recuerden que en la campaña electoral de 2012 de (Henrique) Capriles y (Hugo) Chávez, David de Lima logró comprar a punta de dólares de la corrupción a varios de los llamados líderes estudiantiles. No pudo con otros dirigentes que no se dejaron sobornar. Nuestra gente está firme ante el soborno”.

Las cifras que se pagaron para intentar destronar a Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional llegaron hasta los 700 mil dólares, según dijeron algunos parlamentarios opositores. En esa compra de voluntades fue que David De Lima actuó nuevamente, tras una ardua labor de infiltración de la oposición y en la que se mezclaron los diputados que desde 2019 realizaron gestiones internacionales en favor de Alex Saab, el principal contratista del régimen, detenido desde el 12 de junio en Cabo Verde y a la espera de su posible extradición a Estados Unidos.

Pese a todo, David De Lima no parece descansar. Se sabe también que es otro de los artífices en la reciente entrega de los partidos políticos opositores, vía Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a, precisamente, los diputados protagonistas de la “Operación Alacrán”.


¡La oposición manda!


Escrito por Leandro Rodríguez Linárez | @leandrotango   
Viernes, 31 de Julio de 2020 00:35

altPor primera vez, desde que el chavismo arribó al poder en 1999, podemos afirmar la oposición tiene el control.

Muchos inferirán “¿Eso de qué sirve sí todo continúa empeorando?” En primer lugar, el chavismo es amo y señor dentro de nuestras fronteras si, reteniendo el poder a través de la violencia institucionalizada, pero la oposición tiene el control fuera del país, ello es un avance determinante cuando Venezuela depende casi 100% del extranjero.

En segundo lugar, día a día el régimen se encuentra más aislado producto de sus numerosas ilegalidades, sus sustentos económicos merman, las sanciones financieras y económicas lo asfixian. Para quienes arguyan “las sanciones afectan a la población” respondemos con otra interrogante ¿De qué valieron los mil millonarios recursos que el chavismo manejó sin sanciones de ningún tipo? Prácticamente de nada, solo nos aferró a la trágica petróleodependencia, se dedicó apoyar economías, empresarios y trabajadores de otras naciones buscando apoyos “incondicionales”, creó una cruel dependencia a sus dádivas para manipular a la pobreza que encontró y sigue generando, solo sirvió para crear una red de corrupción internacional que hoy nos abochorna como nación. Las peores sanciones han sido la desinstitucionalización, las distorsiones leyes inconsultas, la corrupción, controles, racionamientos y todo tipo de limitantes/condicionantes a nuestros derechos que en más de 20 años el chavismo ha impuesto.

Como externalidad positiva, las sanciones obligaron al régimen flexibilizar el control cambiario, permitiendo que los anaqueles venezolanos volvieran a llenarse, lamentablemente con productos costosos anclados al dólar paralelo, motivado a la gran inyección de bolívares sin respaldo que emite el BCV y porque en Venezuela no hay producción ¡ni la habrá con el chavismo en el poder! pues son sinónimos de inseguridad económica, política, jurídica y personal… es un espantapájaros a las inversiones.

No hay motivo para alegrarse por las sanciones, ello sería como festejar todas las violaciones a la Constitución, a la democracia e infinidad de sufrimientos a los venezolanos, las sanciones son una realidad, consecuencias al andar inconstitucional e ilegítimo del chavismo además de otras presuntas acusaciones que lo convirtieron en un problema global.

En tercer lugar, Maduro dejó de ser presidente para la comunidad internacional determinante desde enero 2019, el régimen perdió el único vestigio de legitimidad y legalidad a la que se aferraba, las facturas a sus arbitrariedades lo han arrinconado, hoy ya no es capaz ni siquiera de nombrar un funcionario con reconocimiento fuera de nuestras fronteras, de consumar algún proceso electoral válido, ni de imponer algún diálogo o negociación, está abandonado a su suerte y con él arrastra a todo el país, se sustenta con peligrosas alianzas de regímenes tiránicos.

La oposición legítima venezolana finalmente tiene la facultad de imponer escenarios. Importante sería saliera de su círculo de confort y su cabeza, Juan Guaidó, involucrara a la otra figura con aceptación criolla y foránea, María Corina Machado, además de integrar activamente a los sectores del país, sobreponerse a las erráticas gríngolas partidistas.

Finalmente, luego de más de 20 años, la oposición tiene la sartén por el mango, depende de sus decisiones, del apoyo de una comunidad internacional decidida y más comprometida que nunca arropada bajo el lema “redemocratizar/estabilizar la región”… Transcurren momentos decisivos para Venezuela.     

El país ausente

Escrito por Juan Guerrero | @camilodeasis   
Viernes, 31 de Julio de 2020 00:45

altEs difícil escribir sobre un país en ruinas. Se decía en años recientes que de no existir acuerdos entre el liderazgo nacional

íbamos a negociar sobre los cadáveres de cientos de miles de venezolanos. Pues bien, después de tanto esquivar/engañar la realidad acá finalmente nos encontramos: entre el basural de un país que en la práctica no existe y que mucho menos, resulta el mejor país del mundo.

No lo es porque en un país normal, su gente no huye despavorida a refugiarse en otras naciones. Tampoco es un país normal, porque poco más del 94% de su población se encuentra en situación de pobreza. En un país normal no queman bibliotecas universitarias ni asaltan y desvalijan sus instalaciones, laboratorios ni roban su mobiliario. En un país normal el personal jubilado no obtiene un sueldo mensual de menos de 2 dólares.

En un país normal funcionan los servicios públicos todos los días del año, las 24 horas. En un país normal, los espacios públicos, sus monumentos artísticos y naturales son preservados porque forman parte del acervo cultural de todos. 

Pero Venezuela ya no es un país, es un territorio en la práctica sometido al saqueo de sus tierras. Poco más de 11 mil kilómetros cuadrados del territorio están bajo una salvaje y cruel deforestación buscando oro y minerales estratégicos. Consecuencia de ello es la contaminación por mercurio de la cuenca hidrográfica de gran parte de los principales ríos de la Guayana, donde el río Caroní es la principal fuente de agua dulce para una población superior a los 3 millones de habitantes.

Venezuela, hoy, es el peor país del mundo para vivir, para visitar, para hacer turismo o para establecer alianzas gubernamentales con instituciones solventes y países democráticos. Esto duele escribirlo, pero es la realidad. Y de ello su población debe tomar consciencia. Porque no tiene sentido seguir engañándonos haciendo falsas afirmaciones para banalizar a un régimen que ha terminado por controlar total y absolutamente a su población, acorralada, enferma, hambrienta, humillada, vejada, llena de incertidumbre y perseguida.

Hoy, la población que se vio en la necesidad de migrar para sobrevivir mantiene una idea del país de hace 5-10 años atrás. Ese venezolano de sonrisa amplia, de puertas abiertas y de fácil trato, ya no existe. Quedó como una fotografía congelada en el tiempo. Lo que existe es una población (lo dicen las estadísticas), enferma, pobre, profundamente deprimida (esta es la población donde se registra la mayor cantidad de suicidios en América Latina y el Caribe). 

No, Venezuela no es el mejor país del mundo. No puede serlo porque la población infantil está en emergencia por desnutrición severa en un porcentaje demasiado alto. No puede ser un país, porque en un país normal, los ciudadanos confían en sus autoridades militares y policiales. Acá, los pobladores de este territorio temen a los cuerpos de seguridad, se refugian en sus casas cuando ven pasar un vehículo militar-policial. Tiemblan cuando deben salir después de las 6 de la tarde por alguna emergencia, porque saben que muy probablemente se encontrarán con grupos paramilitares, sea de los llamados Colectivos o comandos del crimen organizado, bandas armadas del narcotráfico o células de las guerrillas.

Nadie en su sano juicio puede hoy afirmar y defender la noción de Venezuela como un país, como una nación y menos como una república. Eso en la práctica no existe. La lógica indica que en un país normal al presidente no le buscan para detenerlo y por su captura ofrecen 15 millones de dólares. O que al presidente del Tribunal Supremo de Justicia lo buscan para juzgarlo por delitos y ofrezcan 5 millones de dólares. 

Este territorio llamado Venezuela está, en la práctica, sub dividido en zonas de influencia extranjera. No existen ciudadanos ni ciudadanía. En la práctica somos pobladores, pisatarios que en cualquier momento podemos ser desalojados hasta de nuestras propias viviendas. La fuerza bruta, bélica, impera en todas partes. El día a día está regido por la violencia verbal, gestual. Una población sometida, lanzada a “devorarse entre ella” para sobrevivir. Los ejemplos se observan en las largas, extenuantes colas para surtir combustible, adquirir alimentos, obtener gas doméstico, subirse a un transporte público, lograr algunos litros de agua potable, entre un largo etcétera.

Donde usted fije su mirada verá la ruina, la desolación, el descuido, la mugre y el mal olor. La proliferación de moscas, zancudos, ratas y ratones es parte de la cotidianidad, de la conversación vecinal. Hay un tufo ambiental continuo que degrada la condición humana. El tradicional olor a perfume francés se evaporó. Este habitante tiene otro olor, se desplaza con otros modales y su habla es otra. Peor aún, la mirada contenida encierra su desesperación. 

Pocos mantenemos un país acurrucado en nuestros recuerdos, prolijo y aquietado en nuestro corazón. Pero sabemos que es una falsedad. La ruina material de los grupos de poder del régimen, avanzan y trituran todo lo que tocan. Parques, plazas, museos, hospitales, cementerios, playas, bosques, avenidas, sistemas de transporte: aéreo, fluvial, marítimo. Empresas, industrias, partidos políticos, oficinas públicas, comunicaciones.

Consecuencia de ello son estos resultados que indicamos. No, no puede existir ni un país ni una ciudadanía medianamente normales. Los buenos no son más sino menos. Escasean las almas nobles, son raras y por eso se resaltan por las redes sociales cuando llegan donaciones o alguien logra salvar una vida. Lo normal en Venezuela es la anormalidad, la injusticia y un tipo de población rapaz, depredadora, capaz de pasar por encima de cualquiera para sobrevivir. Esa es la realidad. Hay una maldad que se evidencia en un tipo de venezolano que no tiene remordimientos, ni pasado ni futuro. Es banal, acomodaticio, mentiroso, depravado, inmoral, que vive al día sin importarle nada más que su interés individual. 

Venezuela, hoy, es un territorio inhóspito, sórdido, donde impera la barbarie, sin ningún rumbo formal. Sólo buscar alimentos, medicinas y acumular agua para llegar vivo al siguiente día. Es casi un imposible creer en algo o en alguien. En estas condiciones, cualquier solución real, palpable, por insólita que parezca, sería bienvenida.

 

(*)   camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1 

De la pandemia a la prosperidad compartida de la mano del BID



31 de julio de 2020 - 13:07 - Por LAURA CHINCHILLA

Con liderazgos visionarios, democráticos y responsables, la región tiene la resiliencia y el potencial para construir una próxima década de oportunidades

Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica.

JJ BLANCO / DLA

América Latina y el Caribe (ALC) enfrentan el mayor desafío de su historia reciente: una crisis sanitaria, económica y social de enormes proporciones ocasionada por el COVID-19, que amenaza con revertir logros importantes en desarrollo económico y humano, y con profundizar las brechas existentes antes de la pandemia como el débil crecimiento económico, los elevados niveles de informalidad, la persistente desigualdad y la baja productividad, entre otros.

Crisis pasadas han resultado en “décadas pérdidas” para ALC. La historia, sin embargo, no tiene por qué repetirse. Con liderazgos visionarios, democráticos y responsables, y un renovado espíritu de diálogo, cooperación y concertación, la región tiene la resiliencia y el potencial necesarios para construir una próxima década de oportunidades, que siente las bases de un desarrollo dinámico, inclusivo, verde e inteligente. Para cumplir esa tarea, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), será crucial. Aspiro a su presidencia ejecutiva porque creo tener las fortalezas que los tiempos demandan.

Un liderazgo visionario, experimentado y conciliador. La decisión de quién presidirá el BID en los próximos años, es una de las más importantes que los gobernantes de LAC tienen ante sí. Liderar el BID en este momento crítico requerirá de un liderazgo visionario, experimentado y conciliador. Debe ser un liderazgo probado y capaz de comprender los delicados balances que permiten avanzar hacia el desarrollo integral de las naciones, con demostradas credenciales democráticas, conocimiento amplio y profundo de los problemas e instituciones de la región, capacidad ejecutiva al más alto nivel de la toma de decisiones, y habilidades para movilizar recursos y concertar posiciones en torno a la resolución de los grandes desafíos de la región.

Un banco de excelencia, cercano, transparente y eficaz. El BID goza de gran prestigio y solidez, gracias al trabajo de sus cuatro presidentes anteriores, pero habrá que adecuarlo a los cambios disruptivos que acelerará la pandemia. A la par de sus colocaciones crediticias, propongo convertirlo en un referente de políticas de excelencia, que agregue mayor valor e impacto a sus operaciones y oriente la toma de decisiones de sus socios. Además, se deberá acercar la institución a los clientes, que son los gobiernos, el sector productivo y los ciudadanos, así como agilizar los procesos de aprobación de préstamos y mejorar el seguimiento y ejecución eficaz de los mismos, y fortalecer su gobernanza con mayor transparencia y coordinación con los otros dos pilares del Grupo BID -BIDInvest y BIDLab-.

Dadas las necesidades financieras que tendrán los países y las inversiones que está exigiendo la atención de la pandemia, se deberá movilizar más recursos mediante alianzas con sectores productivos y organismos multilaterales y regionales. También debemos aspirar a impulsar la ampliación de su capital. Para esto será clave que quien dirija la organización genere confianza y sepa armonizar las diversas posiciones de los actores que inciden en su operación. Recordemos que sin acuerdos entre el Ejecutivo y Legislativo de países clave, esa ampliación sería inviable.

Una agenda para el desarrollo dinámico, inclusivo, verde e inteligente. Para afrontar los retos sustanciales, propongo concentrarnos en una agenda regional más estratégica que se enfoque en políticas que activen dinámicas transformadoras y de largo plazo, agrupadas en cinco pilares fundamentales:

El primero es robustecer las redes de desarrollo e inclusión social, para proteger y fortalecer el capital humano, mediante más y mejores opciones de salud, educación, empleo y emprendimiento. Los sectores más vulnerables, especialmente las mujeres, necesitan ayuda, pero sobre todo oportunidades.

El segundo pilar, es dinamizar el crecimiento económico aprovechando las transformaciones en las cadenas globales de valor y la reubicación geográfica de procesos de producción. Esto deberá complementarse con mercados internos más eficaces y un impulso a procesos de integración regional de nueva generación.

El tercero es acelerar el uso masivo de las tecnologías digitales, fomentando inversiones para la ampliación de redes fijas y móviles, la conectividad y digitalización de hogares, escuelas y unidades productivas y el desarrollo de las industrias digitales.

El cuarto pilar, es impulsar un desarrollo verde y sostenible mediante el impulso de alianzas público privadas e inversiones en energías limpias e infraestructuras sostenibles. También, será clave una agenda azul que les permita a los países especialmente a los países insulares de El Caribe, aprovechar de manera sostenible sus recursos marinos.

Finalmente, debemos promover instituciones justas, eficientes y transparentes. La región requiere más apego al estado de derecho, más seguridad jurídica, más integridad, más protagonismo ciudadano y más democracia.

Un legado para las próximas generaciones. Una enorme riqueza de nuestra región es el gran contingente de jóvenes que aún están construyendo su proyecto de vida. En ellos, y en los que están por nacer, debe enfocarse nuestro legado. La población de ALC crecerá en 100 millones durante las próximas cuatro décadas. He aquí una ventana de oportunidad para acrecentar nuestro capital humano y potenciar el desarrollo integral. De aprovechar adecuadamente este bono demográfico, algunos de los países más rezagados de la región podrían crecer hasta en un 35% más.

El talento joven de nuestra región debe ser la gran fuerza que impulse la renovación económica en los años por venir. La próxima generación no debe estar destinada a la exclusión, el desempleo, la violencia o la migración forzada que hoy sufren millones de habitantes de ALC. Cumplir con los sueños de bienestar y desarrollo de esas generaciones dependerá de las oportunidades que les podamos ofrecer. Es el mejor legado que el BID podrá dejar. Me comprometo a trabajar por él.


Omar González: La actitud del Gobierno de Trinidad es vergonzosa y despreciable


31 julio, 2020

    El diputado le recuerda a Puerto España que por años fueron «mantenidos» de Venezuela

    Desde la Fracción 16 de Julio anuncian una revisión exhaustiva del balance presentado por la junta directiva de Monómeros

    (Barcelona. 31/07/2020) «El Gobierno de Trinidad mantiene una actitud despreciable y vergonzosa en contra los de los venezolanos». Así lo denunció este viernes el diputado a la Asamblea Nacional (AN), Omar González Moreno, ante las agresiones que están sufriendo los ciudadanos venezolanos en la vecina isla caribeña.

    Afirmó que las posiciones asumidas por las autoridades de Puerto España violan la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y son una negación a los principios internacionales en apoyo a los refugiados.

    «Es evidente que la administración de Trinidad es hostil a los venezolanos, y sus políticas son discriminatorias yaberrantes «, apuntó el representante de Anzoátegui ante el Parlamento nacional.

    El asambleísta recordó los tiempos en que Trinidad y Tobago formaba parte de las islas del Caribe que disfrutaron de las dádivas petroleras de Venezuela con el propósito de mantener unos votos en la Organización de Estados Americanos.

    «Por años, Trinidad fue una nación mantenida por Venezuela; por años ellos gozaron de los convenios irrisorios que Miraflores firmó en el marco de Petrocaribe y otras iniciativas que sólo sirvieron para herir la economía nacional. Y a pesar de todos los beneficios que obtuvieron por tanto tiempo, ahora recompensan a Venezuela maltratando a sus ciudadanos», sostuvo.

    Omar González Moreno acusó a los trinitarios de orquestar una red de tratas de blancas y de mano de obra esclava, vulnerando aún más los derechos de centenares de venezolanos que huyeron del país desesperados por la grave situación que se padece en la tierra venezolana.

    «Aún recuerdo las imágenes de decenas de venezolanos detenidos en las cárceles de Trinidad y Tobago, las fotos y videos de inmigrantes venezolanos recluidos como delincuentes en condiciones infrahumanas: sin agua, sin alimentación y sometidos a la mayor agresión física, moral y psicológica imaginable», expresó.

    El parlamentario por Vente Venezuela fue enfático en advertirle a las autoridades trinitarias que «los insultos y los ataques de hoy no serán olvidados mañana», y agregó que «somos un país que se recuperará y volverá a su grandeza».

    Exhaustiva revisión

    Por otra parte, desde la Fracción 16 de Julio, conducida por el diputado Omar González Moreno, se anunció que los datos anunciados por la Junta Directiva y la gerencia general de la empresa Monómeros Colombo Venezolano, serán sometidos a una exhaustiva revisión, refiriéndose a las cifras aportadas sobre su desempeño.

    «No podemos parecernos jamás a aquello que combatimos y la transparencia debe ser norma entre nosotros. Es por ello que es necesario una revisión a fondo del balance de la administración de las empresas propiedad del Estado venezolano fuera de las fronteras nacionales y los primeros datos hechos públicos son un paso inicial que debe ser verificados; es tanto correcto como necesario para el cumplimiento de las exigencia de una sana administración».

    Pobreza, pandemia y elecciones



    Home OPINIÓN COLUMNISTA

    By Jesús Peñalver -July 31, 2020

    Al salir del supermercado, vi a una persona darle un dinerillo a una pobre mujer con niño en brazo, y dos pequeños más a sus lados. En respuesta al gesto, le dijo: “Que Dios se lo pague, señora, pero esto no alcanza ni para un paquete de harina”. De vuelta al comercio, resolvimos.

    Un simple acto caritativo me condujo a ver la realidad que por un momento había perdido. La vida lo vale todo, pero en Venezuela, al parecer, no vale nada o muy poco. La moneda más devaluada que el mismo recuerdo del Libertador, a quien ni siquiera una mamarrachada le dedicó la peste el 24 de julio próximo pasado

    Esa escena la vemos a diario, como prueba evidente de que el socialismo coloreado de un rojo alarmante, no ha sabido ni podido afrontar la pobreza que cargan consigo los indigentes, pobres seres de nuestro país. Situación que se ha visto agravada en tiempos de pandemia, y en medio de ese afán enloquecido de llamar a elecciones a troche y moche.

    Muchos de ellos –indigentes, gente hambrienta y desposeída– aún siguen recorriendo las calles de la ciudad: niños, mujeres, preñadas algunas, indigentes todos; deambulan sin saber a dónde ir, y esta triste realidad debe llamar la atención de la sociedad en general, principalmente del Estado (hoy en manos de un gobierno usurpador), que en situaciones normales de la nación, los órganos competentes se encargarían de atender la asistencia o desarrollo social.

    Suena iluso, quizá quijotesco, pero aquel “gobierno” que se ufana de ser humanista, no solo dista de serlo, sino que propicia situaciones que llevan a estos seres al abandono. Veamos:

    La indigencia constituye una realidad que está ante nuestros ojos; no se trata de ornato público, es una de las tantas miserias humanas que debe ser atendida con verdaderas y decididas políticas públicas capaces de responder con eficacia y eficiencia. Un pueblo que no tiene hambre sonríe y es libre.

    Es triste ver a tanto pordiosero, tanto indigente y sobre todo niños y jóvenes, y madres con sus hijos en los brazos como cobija, lanzando candela por la boca, intentando limpiar parabrisas con sus rudimentos, vendiendo galletas o simplemente con la mano extendida o portando un envase cualquiera en espera de alguna limosna.

    El drama es nacional, y uno ve y sabe que Venezuela tiene riqueza, es una nación noble, que recibe ingresos económicos suficientes, tan suficientes que alcanzan para ayudar a otros países. Que la clase dominante haga fiesta con los recursos del erario, y al propio tiempo culpe a la comunidad internacional por unas supuestas sanciones económicas, es sencillamente inaceptable.

    Existe una población carente de lo más elemental, muchos pobres, muchos indigentes, quizá debido a la falta de instrucción o de oficio, ignorancia, conductas viciosas personales o familiares, y la falta de instituciones que se ocupen de socorrer a quienes están en peligro. Son seres humanos, insisto, que integran una creciente legión de personas que viven en la calle.

    Vivir en la calle implica no tener espacio propio, es andar con lo puesto, casi desnudo, es no tener lo más mínimo como ropa, calzado, cobija. ¿Cuántas veces los hemos visto con repugnancia? Cuando buscan entre los desechos vasos y botellas con restos de bebida y comida que otros echan a la basura, cuando alcanzar un mendrugo de pan en las pilas de desperdicios se ha convertido en una proeza para estos tristes seres.

    Esta triste radiografía se la pueden imaginar en tiempo de COVID-19 (coronavirus), y seguro estoy de lo espeluznante que puede lucir en vuestras mentes y en sus impactados pensamientos.

    Los factores que producen la indigencia son tan variados y complejos. Solo un Estado en manos de un gobierno eficiente y consustanciado con la población, con verdadera vocación de servicio, puede combatirlos en toda su magnitud.

    Claro que hay miseria y desde luego, un pésimo gobierno que lleva en el ala el plomo de la ilegitimidad de origen, y en su desempeño vemos, para desdicha de la población, la ilegitimidad muy marcada en su espurio ejercicio.

    No hay pan, el circo empeora, el gigante no existe, desapareció. Los enanos crecen en pobreza, desolación por todas partes.

    Decía el poeta Andrés Eloy Blanco que “Venezuela no caminará en tanto no se ponga en las manos de su pueblo un pan del tamaño de su hambre”.

    Ello no significa promover el facilismo, el hedonismo, lo material por encima de los valores del espíritu, pues sería indiferente a este terrible problema social. La indigencia debe enfrentarse con entereza, decidido empeño y verdadera disposición, pues de suyo este mal social implica pobreza y necesidad de muchos venezolanos.

    Formidable sería, quizá, un “Estado Bienestar” o una sociedad de abundancia, y no está visión obtusa del socialismo que pretende llevarnos al empobrecimiento de todos, retrotraernos a etapas ya superadas en lo político, social y económico, lo cual debe ser analizado y rechazado por la mayoría de los venezolanos.

    Rechacemos esa estructura social basada en la economía de subsistencia, la propiedad colectiva, el desarrollo “endógeno”, la igualación hacia abajo y el reparto comunitario de bienes en un marco de escasez.

    La situación narrada es otro motivo que, sumado a los vicios de ilegalidad e inconstitucionalidad de la convocatoria, debe conducir a la postergación o aplazamiento de ese circo electoral que han planeado realizar el próximo 6 de diciembre de este año.

    Finalmente, el último dígito de mi cédula de identidad me indica, por suerte, que debo a diario seguir buscando la esperanza en todas mis cajas, revolver, inventar, desocupar los refugios… toca unir los vidrios rotos y procurar no asquearme.

    Escribir, que las palabras no se atreverán a crucificarme. No llevan la valentía para eso ni la cobardía tampoco de correr. La palabra puede ser el vinagre en las heridas, y el veneno en el silencio hacernos daño.

    En esta hora aciaga ni nunca, no bajaré persianas a mis ojos, no dejaré de escuchar. No haré silencio.

    Noruega: un factor importante

    Home  OPINIÓN  COLUMNISTA


    La sola presencia en el país de la delegación del reino de Noruega, que vino a actualizarse sobre la situación humanitaria y política nacional, inmediatamente desató la ira de los sectores más radicales, tanto dentro como fuera de Venezuela, y la respuesta destemplada de varios dirigentes políticos de quienes cabría esperar reacciones más sensatas frente a las maniobras ejecutadas por el régimen de Nicolás Maduro, que trata de limpiar un poco su deteriorada imagen internacional.

    Pareciera existir una relación directamente proporcional entre la lejanía y el grado de extremismo de las posiciones. Mientras más alejadas de Venezuela se encuentran algunas personas, más extremistas se muestran. Da la impresión de que se desayunan con alacranes y almuerzan con una mapanare. Lo peor es que entre algunos profesionales de la política ocurre igual. No son capaces de colarse por los intersticios dejados por el gobierno en su afán de sobrevivir en el cuadro tan adverso que enfrenta.

    El G-4, en vez de poner ciertas condiciones razonables para conversar y negociar tal cual sugiere la delegación de Noruega, país que no descansa en su afán de lograr un acuerdo inteligente entre el gobierno y la oposición, inmediatamente descarta cualquier posibilidad, señalando que el diálogo quedó cancelado una vez Nicolás Maduro, en agosto de 2019, decidió levantarse de la mesa de conversaciones, cuando acusó a Juan Guaidó y al resto de la oposición de apoyar las duras sanciones aplicadas por el gobierno de Donald Trump. Maduro adoptó esa postura radical porque sabía que el proceso de diálogo marchaba hacia un acuerdo inevitable: la convocatoria a elecciones libres con supervisión internacional. Este evento marcaría el fin de su mandato y el de la era chavista-madurista. Sería suicidarse en primavera. No quiso asumir ese costo.

    Ahora también aspira a seguir engrapado al poder, pero la situación de su gobierno es peor que hace un año. El punto fundamental donde se  apoya Maduro es la fuerza represiva y coercitiva de su régimen. El consenso que todo sistema, por más autoritario que sea, trata de construir, se ha reducido a su mínima expresión. Las sanciones económicas, el derrumbe de la producción y los ingresos petroleros, el retroceso de la actividad económica en medio de la pandemia de la covid-19 y la imposibilidad de recibir un auxilio sustantivo de sus aliados políticos en el plano internacional, lo  han llevado a buscar reducir las aristas más filosas de su nefasto gobierno. Por eso invita a los noruegos. El único ente autorizado a permitir la entrada al espacio aéreo nacional es el gobierno. Resulta obvio que sin el beneplácito de Maduro, el avión que trajo a esa delegación no habría podido ingresar a Venezuela.

    La reacción tan desafortunada del G-4 la explico por dos razones. La primera es la precariedad, casi inexistencia, de partidos políticos; estos carecen de direcciones nacionales en las cuales se evalúen con serenidad y profundidad los distintos aspectos de un proceso. En segundo lugar, la excesiva dependencia de las organizaciones políticas internas con respecto de los líderes que se encuentran en el exilio o alojados en embajadas. Tal parece ser el caso de Primero Justicia y Voluntad Popular, cuyas direcciones domésticas no parecen tener el nivel de autonomía y poder que les permitan tomar decisiones importantes de forma autónoma. Las directrices son trazadas por figuras demasiado alejadas del acontecer diario e influidas por  factores externos que distorsionan la realidad interna.

    El diálogo y la negociación solo pueden rechazarse cuando uno de los factores en conflicto –sea ejército nacional, partido o grupo– posee tal fortaleza, que el acercamiento al adversario puede interpretarse como un signo inconveniente de debilidad. Ese no es el caso de Venezuela. La oposición se encuentra en extremo disminuida: con partidos raquíticos y organizaciones civiles –sindicatos, gremios, asociaciones y federaciones estudiantiles– menguadas. Por el lado del gobierno ocurre otro tanto: el PSUV se transformó en una maquinaria burocrática alejada de la gente. El baluarte del régimen reside en la creciente capacidad represiva que ha levantado. La maquinaria represiva constituida por fuerzas formales –FANB, FAES, Dgcim, PNB– e informales –los colectivos y grupos irregulares como las FARC y el ELN, especialmente en el sur del país– representan su mayor fortaleza.

    Sin embargo, Maduro y su círculo íntimo saben que, como le gustaba decir a Napoleón, los fusiles sirven para todo, menos para sentarse en ellos. La capacidad de coerción es útil para mantener sometida a una sociedad y sembrar terror, pero no para consolidar el liderazgo, ni disfrutar indefinidamente del poder. Por esa razón tratar de negociar. Allí existe una debilidad que la oposición debería cultivar aprovechando al máximo las pocas fortalezas que posee. La más importante: el apoyo internacional, en el que Noruega es un factor importante.

    @trinomarquezc

    El madrugonazo y el número de cédula

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    Como si se tratara de un ensayo para salir de su casa a hacer mercado y evitarse las colas que se formarán por la nueva medida del número de cédula, la vicepresidenta del régimen dio el parte médico del miércoles 29 de julio pasada la medianoche.

    Algunos pensarán que tenía cosas más importantes que hacer, pero dado el récord de logros de esta administración, esa posibilidad está completamente desechada. Lo que parece es que las cosas no andan muy bien y ya no saben cómo disfrazar el efecto devastador del covid-19 en Venezuela que hasta ahora habían logrado maquillar.

    Demasiado tiempo mintiendo, eso hizo que la vicepresidenta se equivocara con la cifra de lamentables fallecimientos, entre los que nunca cuentan a los médicos que van cayendo en los hospitales “centinela”, porque nadie es capaz de asegurarles la debida protección. Simplemente quieren que la población quede en manos de los cubanos.

    Ya no tienen camas en los hospitales (por lo menos que sirvan) y tampoco en los hoteles que han ocupado con personas contagiadas. Como es de suponer, las condiciones del parapeto que instalan en el Poliedro no deben ser las ideales.

    A todas estas, la solución que se les ocurre es pedirle a la Iglesia que habilite los templos para recibir a los enfermos. Claro, piensan tratarlos como tratan a los retornados en la frontera, sin dotarlos de las facilidades y requerimientos sanitarios como agua corriente y baños, que ya dijo el cardenal que ninguna parroquia puede ofrecer.

    Y en medio de este pavoroso escenario, al gobernador de Miranda se le ocurre que debe limitar el acceso a los alimentos. Una medida a todas luces improvisada porque ni siquiera se ocuparon de explicar cómo se aplicará eso de permiso para salir a comprar por el terminal del número de cédula. ¿Lo pedirán en los supermercados o también para transitar?

    Lo que es seguro es que volverá el desorden y las colas kilométricas para entrar a los locales. Hay que recordar que la aglomeración de personas es la amiga más importante del virus. Con estas medidas tratan los gobernantes rojitos de que la población les haga caso, porque al parecer la parranda del 7 por 7 que inventaron confundió tanto a la gente que sin ningún miedo se lanza a las calles todos los días.

    Sin embargo, lo más probable es que restringir la compra de alimentos afecte a la población más vulnerable en vez de beneficiarla. Una vez más, el que no haya cobrado el día que le toque, el anciano que dependa de terceras personas o el que trabaje y no llegue a tiempo al local, todos esos se quedarán sin comida.

    Y mientras tanto, los cientos de personas que no guardan distanciamiento social ni cumplen cuarentena alguna en las zonas más populosas seguirán propagando el virus como si nada. La verdad es que dicen ser gobierno, pero no tienen autoridad, nadie les hace caso.

    Huelga Electoral Indefinida:

    30/07/2020 | Luis Manuel Aguana

    En defensa de la soberanía popular


    Resumen

    La Huelga Electoral Indefinida (H.E.I.) es un acto de resistencia ciudadana en contra de la manipulación del voto. Consiste, sencillamente, en manifestar la propia voluntad de no participar, de ahora en adelante, en ningún proceso electoral que pueda convalidar otro fraude electoral; y, al mismo tiempo, una declaración de que esa voluntad permanecerá incólume hasta que se logre el objetivo planteado, que no es otro que desmontar todos los elementos del proceso y sus actores responsables del fraude; es decir, restablecer la confianza en el sistema electoral, lo cual sólo es posible con la salida del régimen. Invisibilizar electoralmente a la diáspora es una violación de derechos civiles, a una población que superará fácilmente el 15% de un Registro Electoral debidamente auditado.

    Nuestra propuesta está basada en los aspectos siguientes:

    1. Votar en tiranía es una farsa;
    2. Ejercer el voto en dictadura consolida al régimen;
    3. La H.E.I. se puede hacer ya, sólo depende de la voluntad de los ciudadanos;
    4. Es una acción contundente de rechazo a la usurpación;
    5. Materializa la desobediencia civil;
    6. El derecho a huelga es constitucional;
    7. Contribuye a crear el clima interno necesario para la ayuda humanitaria;
    8. Mientras desconocemos al régimen nos organizamos electoralmente, a través del SAI;
    9. La H.E.I. consolida la unidad ciudadana de lucha en contra del despotismo opresor; y,
    10. Contribuye al rescate de la soberanía de la ciudadanía para restablecer la Democracia.

    La huelga electoral indefinida

    La auténtica voluntad de la ciudadanía, también conocida como la soberanía popular, es el pilar fundamental que da legitimidad institucional tanto a la República, como al sistema democrático. Así, una República y un sistema democrático, tienen legitimidad, fundamentalmente, cuando está garantizado el derecho que la ciudadanía posee para elegir a sus representantes o expresar su decisión sobre alguna materia pública, a través del voto libre, universal, directo y secreto.

    Todo ciudadano debe exigir y proteger su derecho para elegir o decidir. Por consiguiente, es una responsabilidad ciudadana y un deber constitucional, desconocer todo aquel factor que conspire o anule a la República y al sistema democrático. Debemos entender que el voto es un instrumento que sólo tiene validez republicana, democrática y constitucional, siempre y cuando esté garantizado el derecho ciudadano a elegir o decidir de manera libre, universal, directa y secreta.

    Quien se diga demócrata, jamás aceptará cualquier otra opción distinta al respeto por la auténtica expresión de la soberanía popular; ya que sólo la duda, implicaría la negación del insustituible poder ciudadano, como pilar de una República y un sistema democrático legítimos.

    La Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela obliga a todos y cada uno de los ciudadanos a respetar, obedecer y defender sus preceptos, ignorando cualquier acción o instrucción que contravenga al orden constitucional.

    El voto en Venezuela es un Derecho Humano internacionalmente reconocido. El Congreso de la República de Venezuela decretó la Ley Aprobatoria de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, “Pacto de San José de Costa Rica”, en cuyo texto se indica: “Artículo 1ro. Se aprueba la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto San José de Costa Rica, suscrito en la Conferencia Interamericana Especializada sobre Derechos Humanos, en San José de Costa Rica, el 22 de noviembre de 1969”. Esta Ley se publicó en la Gaceta Oficial de Venezuela No. 31256 del 14 de junio de 1977. De allí el Art. 23, Aparte 1b, indica: “Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades:” b.- De votar y ser elegidos en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal e igual por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores…”. Ese derecho lo tenemos los venezolanos por Ley desde 1977.

    El mismo derecho humano de elegir de manera auténtica a nuestros representantes nos viene también por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que es Ley en Venezuela desde 1978. El Congreso de la República de Venezuela decretó la Ley Aprobatoria del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y cuyo primer artículo reza: “Artículo 1ro. Se aprueba el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966, suscrito por la República de Venezuela el 24 de junio de 1969”.

    Nuestro país siempre fue pionero en la defensa de los Derechos Humanos, aun en los periodos satanizados por el principal violador de derechos humanos de la historia contemporánea de Venezuela, Hugo Chávez. El Artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su aparte b.- reza: “Artículo 25. Todos los ciudadanos gozarán, sin ninguna de las distinciones mencionadas en el artículo 2, y sin restricciones indebidas, de los siguientes derechos y oportunidades: b) Votar y ser elegidos en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores…”.

    Adicionalmente, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en su Resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948, en su Artículo 21, numeral 3 reza: “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.”. Venezuela al suscribir los postulados y principios contenidos en la Declaración Universal se comprometió ante la Comunidad Internacional a hacer efectiva su vigencia.

    Los tres principales instrumentos de carácter internacional que respaldan nuestra exigencia a procesos electorales justos y auténticos citan este concepto y los tres han sido aceptados por nuestro país antes de la existencia de este gobierno, hoy devenido en usurpador y violador de Derechos Humanos, ya sea mediante leyes internas antes de la vigencia de la Constitución de 1999 y ahora más todavía con ella; y, son parte integral de nuestro ordenamiento jurídico.

    Venezuela es pionera en la institucionalización del voto como Derecho Humano en el continente, mucho antes de que este apareciera en la Declaración Universal de la ONU. La Declaración Americana, mejor conocida como la Declaración de los Derechos y Deberes Internacionales del Hombre, producida en la Novena Conferencia Internacional Americana en Bogotá, Colombia del 30 de Marzo al 2 de Mayo de 1948, fue precursora de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

    En esa conferencia se creó la Organización de los Estados Americanos-OEA con la firma de La Carta de la OEA el 30 de Abril de 1948 en la “Quinta de Bolívar” en Bogotá. Eso es poco conocido por los venezolanos. Rómulo Betancourt presidió esa Conferencia enviado por el Presidente de Venezuela, Rómulo Gallegos. En su Artículo XX, la Declaración Americana reza: “Toda persona, legalmente capacitada, tiene el derecho de tomar parte en el gobierno de su país, directamente o por medio de sus representantes, y de participar en las elecciones populares, que serán de voto secreto, genuinas, periódicas y libres”.

    En el informe anexo al Proyecto definitivo de la Declaración Americana, se justificó el Artículo XX de la siguiente manera: “Siendo el del sufragio un derecho primordial en la organización democrática, cuya base se halla precisamente en la facultad del pueblo de escoger libremente a sus representantes y dirigentes, subrayamos que el Artículo es trascendental, más; de nada valdrá si no es cumplido lealmente, si en realidad no se usa un mecanismo que registre con fidelidad la voluntad popular, si los gobiernos y los estadistas de América no se empeñan en mejorar las costumbres políticas y en que sus reiteradas protestas y declaraciones a favor de la democracia estén acompañadas por un esfuerzo tesonero con el fin de que en terreno de los hechos el sistema democrático sea aplicado y respetado, así como constantemente perfeccionado”(1). De allí que debemos defender nuestra condición de precursores en la defensa del voto libre y auténtico.

    Hace poco más de 70 años los venezolanos estrenamos nuestro ejercicio de la soberanía popular, en elecciones que fue posible convocar gracias a la Constitución aprobada el 5 de julio de 1947. Ese fue un logro de la Constituyente de 1946. Las elecciones las rigió un estatuto electoral que prescribía el sufragio universal, directo y secreto. Esta experiencia, nunca antes vivida por los venezolanos, se realizaba bajo el control y la guardia de un Consejo Supremo Electoral democráticamente constituido. El resultado de esta novedosa experiencia, sometida a muy difíciles y sanguinarias pruebas, fueron cuatro décadas de Democracia que consolidaron la conciencia de participación del ciudadano en la formación, el ejercicio y la finalidad del Poder Público, fundamentos de la Democracia.

    Sobreponiéndose a todas las arterías, nació entonces en el venezolano la que llegó a consolidarse como una poderosa creencia: la que vincula el ejercicio electoral con la vigencia de la Democracia. Esto ha sido así hasta el punto de que tiranías y dictaduras militar-militaristas no se han atrevido a prescindir del principio de la soberanía popular, confiando en que la conciencia democrática del ciudadano venezolano podía ser manipulada, a la par que se subvertían las instituciones, para dar una apariencia de legitimidad a su empresa de saqueo del erario público y de corrupción de la vida política, disfrazando de “verdadera Democracia” aun el más grosero despotismo y traición. La arraigada convicción ciudadana, sembrada por la Democracia y preservada desde 1946 como la más lograda reivindicación democrática —el ejercicio de la soberanía popular—, ha sido pervertida de fuente de Democracia a epitafio de la Libertad.

    Venezuela vive una Dictadura. Los venezolanos que la padecemos dentro del territorio nacional y quienes conforman la diáspora, hoy invisibilizada a todos efectos, necesitamos actuar con valentía para salvar la República, en trance de desaparecer y ser sustituida por un régimen totalitario, con absoluto desprecio a la libertad y a los derechos humanos. Nos hallamos hoy ante una maniobra groseramente continuista, mediante la cual se nos incita a cohonestar, llevando la honestidad hasta la candidez, participando en una farsa electoral donde tanto el acto, como los actores y sus instituciones se encuentran viciados de nulidad, en cuanto a forma y fondo, y han sembrado a propósito una gran desconfianza ciudadana, la más grande de nuestra historia republicana.

    La agudización de la crisis venezolana ha empeorado, progresiva y sostenidamente con cada año, sin que las elecciones surtieran sus deseados efectos, por haber sido manipuladas, confirmando que el sistema de gobierno, hoy usurpado por Maduro, liquidó a la Democracia, arruinó al país y pretende permanecer en el poder indefinidamente, tras una fachada democrática que debemos desmontar, definitivamente.

    La República se pierde, la Constitución está desdibujada, la dirección de la administración de gobierno está en manos de la ineptitud, incrementándose día a día la corrupción moral e ideológica. ¿Se podrá recuperar a Venezuela de este caos económico, moral e institucional?

    Cualquier convocatoria electoral sin un cambio sustancial del sistema electoral venezolano estará plagada de irregularidades, desde el origen hasta el desarrollo de la misma, ya que no serán convocadas por los legítimos representantes del pueblo en la Asamblea Nacional, sino por la asamblea nacional constituyente o el CNE, entes fraudulentos. Además, el manejo y control sobre los recursos electorales (registro electoral, financiamiento de campañas y sistema de votación) y los medios de comunicación, resultan groseras desventajas para la medición de las candidaturas. Sirven sólo para promover a los candidatos oficialistas, para la persecución del pensamiento divergente y la inhabilitación de los líderes fundamentales de los partidos opositores. En consecuencia, en la mayoría de los casos, esas candidaturas terminan siendo hechura del mismo régimen, y más usurpación.

    Una participación condicionada, sin libertad y transparencia, no puede considerarse un acto legítimo electoral; por lo tanto, la respuesta del pueblo venezolano no puede ser otra que exigir condiciones electorales democráticas. Bajo el chantaje de la penalización por no votar y la parcialización del CNE, quieren acorralar al pueblo venezolano, quien no se rinde y luchará por defender su Democracia.

    Los venezolanos debemos ser garantes del cumplimiento de la decisión del 13 de junio de 2018 de la Sala Electoral del TSJ legítimo en el exilio que declara “NULO E INAPLICABLE el uso del sistema automatizado de votación y escrutinio que actualmente existe en Venezuela para la elección de los cargos de representación popular de los poderes públicos, así como para la celebración de los referendos, en los términos señalados en el artículo 293.5 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, y se ordenó al Consejo Nacional Electoral (CNE), como órgano rector de los procesos electorales, “…la DEPURACION Y ACTUALIZACION del Registro Nacional Electoral, debiéndose efectuar las debidas correcciones sobre la identidad de cada ciudadano venezolano o extranjero habilitado para ejercer el voto, así como el diseño e implementación de un sistema de votación y escrutinio fundamentalmente manual, en donde el uso de la tecnología e informática sea auxiliar y sólo en beneficio de la celeridad, publicidad, transparencia y eficiencia del voto, escrutinio y totalización, sin que ello implique limitación del derecho de participación de los electores y de los partidos u organizaciones políticas, en plena garantía de la confianza pública del ejercicio del sufragio”. Igualmente se exhortó a la Asamblea Nacional a “iniciar el proceso de selección y designación de nuevos Rectores del Consejo Nacional Electoral, garantizando árbitros idóneos e imparciales, no vinculados a organizaciones con fines políticos, que puedan generar la imparcialidad, transparencia y eficacia en la organización, administración, dirección y supervisión de los próximos procesos electorales”.

    El ilegítimo CNE y la Asamblea Nacional han ignorado estas disposiciones y, sin cumplirlas, se disponen nuevamente a efectuar un nuevo proceso electoral el venidero 6 de diciembre de 2020 en las mismas condiciones fraudulentas conocidas. Esas elecciones desde ya son NULAS de acuerdo a esa sentencia del 13 de Junio de 2018.

    En la actual coyuntura, es deber ciudadano no dejarse manipular por la publicidad del régimen, ni tampoco por las candidaturas supuestamente de oposición que le hacen comparsa, para realizar un proceso electoral absolutamente antidemocrático. Permitir, mansamente, la realización de elecciones, en las presentes circunstancias, es cometer un error histórico. No debemos permitirlo.

    Votar el próximo 6 de diciembre, o en futuras elecciones organizadas por la dictadura, lejos de acercarnos a una solución a los problemas del país, agravaría la crisis. No podemos pensar que el ejercicio del sufragio en las condiciones actuales, con un CNE parcializado —apéndice de los usurpadores—, y con un sistema comprobadamente manipulado a favor del régimen, garantiza el respeto a la soberanía popular. Por el contrario, votar en este contexto, significaría oxigenar la poca vida que le queda a la narco-tiranía, además de enviar un mensaje confuso a las naciones libres del mundo que nos han venido apoyando y están dispuestas a continuar haciéndolo.

    No es momento de vacilaciones. El venezolano ha avanzado mucho en el entendimiento de lo que debe ser su rol, en el ejercicio de su ciudadanía y como factor de presión al Poder Público, para su mejor desempeño democrático. De otra parte, el Gobierno ignora el por qué el ciudadano siempre ha sido propenso a participar en eventos electorales, creyendo que simplemente el venezolano acude a votar porque tiene que hacerlo, como cumpliendo un ritual. No es así; el ciudadano tiene conciencia del significado de vivir en Democracia, porque la experimentó durante 40 años. Para la tiranía, el significado del voto no es el mismo que para nosotros los ciudadanos, como demócratas. El “firmazo” del 16 de julio de 2017, consulta popular convocada por la Asamblea Nacional, fue una muestra de esa madurez política del ciudadano. En esa coyuntura, quienes se quedaron cortos en sus realizaciones fueron los dirigentes políticos, quienes no supieron darle cumplimiento a los compromisos adquiridos con el país, como resultado de esa jornada cívica, no los ciudadanos.

    No podrá haber elecciones libres y auténticas, mientras la usurpación mantenga un control todopoderoso del Poder Público, a través de una camarilla que obedece a sus intereses particulares y no a los intereses de los ciudadanos. No hay elecciones auténticas cuando a los venezolanos de la diáspora se les niega el derecho a votar. Únicamente, cuando se restablezcan las condiciones para votar en libertad, podremos decir que hemos salvado la República, mientras tanto, la lucha debe ser permanente y sin desviaciones hacia lo intrascendente. Esta lucha la daremos manifestando nuestra determinación a no seguir aceptando de ahora en adelante que se lleven a cabo farsas electorales, como la planteada para el venidero 6 de diciembre, convocando a los ciudadanos a una Huelga Electoral Indefinida (H.E.I.) en defensa de la Soberanía Popular, como una acción de resistencia civil ciudadana.


    (1) 60 Años de las Declaraciones Internacionales de los Derechos Humanos, Universidad Monte Avila-Fundación Konrad Adenauer Stiftung, 2008. ISBN 978-980-12-3530-9