OPINIÓN/
Reinaldo Aguilera
Hace pocas horas, se conmemoró una vez más en todo el territorio de
EE.UU, el denominado día nacional de Martín Luther King;
Martin Luther King, Jr., nació el 15 de enero de
1929 como Michael Luther King, Jr., pero luego cambió su nombre a Martin, su
abuelo comenzó el largo mandato de la familia como pastores de la Iglesia
Bautista Ebenezer en Atlanta, sirviendo desde 1914 hasta 1931; su padre luego
sirvió luego y desde 1960 hasta su muerte Martín Luther actuó como co-pastor.
Martín Luther asistió a escuelas
públicas segregadas en Georgia y se graduó de la escuela secundaria a la edad
de quince años; recibió la licenciatura en 1948 de Morehouse College, una
distinguida institución negra de Atlanta de la que se habían graduado tanto su
padre como su abuelo, después de tres años de estudios teológicos en el
Seminario Teológico Crozer en Pensilvania, donde fue elegido presidente de una
clase superior predominantemente blanca, recibió el título en 1951. Con una
beca ganada en Crozer, se matriculó en estudios de posgrado en la Universidad
de Boston, completó su residencia para el doctorado en 1953 y recibió el título
de Doctor en 1955, allí en Boston conoció y se casó con Coretta Scott, una
joven de logros intelectuales y artísticos poco comunes, dos hijos y dos hijas
nacieron de esa unión.
La historia y en general la vida
del reverendo King es fascinante, además de la época en la cual le tocó
desenvolverse; un hombre sumamente comprometido, solo por nombrar algo dentro
de lo que fue su trayectoria, tenemos que, a la edad de treinta y cinco años
(35), Martin Luther King, Jr., fue el hombre más joven en recibir el Premio
Nobel de la Paz. cuando se le notificó de su selección, anunció que entregaría
el dinero del premio de $54,123 para promover el movimiento de derechos
civiles.
El punto es que, habiendo tantas
personas, hombres y mujeres de la cuales tomar lo positivo y vanguardista, el
grupito de Chávez, ahora con Nicolás a la cabeza, solo tomaron lo peor de los
peores para implementar cual experimento en nuestro país, muy triste realidad.
Sin embargo, no son invencibles tal como observamos en las recientes
elecciones de Barinas, pero hay que trabajar mucho para lograr la salida que se
necesita, pues desde el lado de la oposición también existen problemas y muy
graves que solucionar.
Lo cierto es que Nicolás no es Martin y tampoco se le parece, para nada,
por el contrario las distancias son abismales, muestra de ellos es que a tantos
años de la tragedia que lo arrancó de su camino, aún es gratamente recordado,
hasta el punto de que cada año el tercer lunes de enero, los estadounidenses honran al
asesinado líder de los derechos civiles quien en las décadas de 1950 y 1960
organizó protestas no violentas contra la segregación racista en el sur, la
lucha por la igualdad de las personas de color y su derecho al voto.
Pasarán los anos luego de que haya desaparecido Nicolás y serán muy
pocos quienes le recordarán como al reverendo King, de eso tengan la plena
seguridad, el legado de aquel hombre que, en la noche del 4 de abril de 1968 fue asesinado, mientras estaba de
pie en el balcón de su habitación de motel en Memphis, Tennessee, donde iba a
encabezar una marcha de protesta en solidaridad con los trabajadores de la
basura en huelga de esa ciudad, aún prevalece 54 años después.
Para cerrar, les
comento que el discurso “I Have a Dream” (Tengo Un Sueño) pronunciado por Martin Luther King en Washington el 28 de agosto de 1963: fue y es un
discurso profundamente optimista, esperanzador, que propone el ideal de una
sociedad fundamentada en los valores de la igualdad y la fraternidad, con pleno
reconocimiento de los derechos civiles y las libertades individuales de la
comunidad afroamericana, que fácilmente podemos trasladar a cualquiera de
nuestras naciones latinoamericanas y con gran hincapié a mí Venezuela, así de
simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R.
En Twitter:
@raguilera68 / @AnalisisPE