Si ponemos atención en aquellas personas que, por desamor, se
refugian en el alcohol y toda la noche escuchan las más tristes canciones
tratando de ahogar su pena. ¿Qué logran? ¿Acaso su amor perdido regresa con
eso? Pues no, al contrario, terminan al día siguiente con un intenso dolor de
cabeza, con menos dinero en el bolsillo y más lejos de la razón de sus
desvelos... Eso es simple evasión. Evadir la realidad a cambio de fugaces
momentos de fantasía. Pues bien, la evasión que algunas personas intentan
también ocurre a nivel de las naciones.
Hoy estamos frente al advenimiento de una época de evasión. En
Venezuela nos encontramos en plena crisis humanitaria, no amaina el
desplazamiento de migrantes a las naciones vecinas, el colapso de los servicios
públicos somete a la precariedad a toda la población y la hiperinflación
destruye los ingresos de los trabajadores al punto de perder sentido trabajar,
no obstante, Nicolás Maduro dedica su tiempo a denunciar la
"genocida" conquista española de estas tierras, exige a los monarcas
ibéricos "pedir perdón" por lo ocurrido hace 500 años y se apresta a
un proceso de "descolonización" en el cual intensificarán el cambio
de nombres de lugares... El Ávila es
Waraira Repano, la Av. Francisco Fajardo ahora es Indio Guaicaipuro, el Estado
Vargas ahora es Estado La Guaira y así se nos va nuestro valioso tiempo.
Las iniquidades sufridas hace media centuria por los americanos son equivalentes
a las sufridas por otros pueblos en otras épocas, la guerra y la conquista ha
sido persistente en la historia de la humanidad. Los ibéricos fueron dominados
durante 800 años por los musulmanes, los antiguos Romanos conquistaron toda
Europa, Nabucodonosor, emperador Babilónico, derrotó militarmente al pueblo
Judío y hasta los sacó de sus tierras para llevarlos a sus dominios como
esclavos. No obstante, no estamos viendo al Rey de España exigir perdón a los
musulmanes por su largo dominio, ni a los Franceses o Alemanes exigir a los
habitantes actuales de Roma perdón por sus antiguas conquistas, ni a los
gobernantes del actual Israel ahorcar una escultura de Nabucodonosor por
"genocida". Pero nada, aquí en la Venezuela Potencia estamos
sumergidos en la fantasía para evadir nuestra realidad presente.
Cada insulto, grito o declaración estridente contra Cristóbal Colón
me hubiese parecido injusta ya en 1492 y nada menos que ridícula el día de hoy.
Recuérdese que él tuvo un auténtico y aplaudible logro de la navegación
descubriendo, a los ojos de los europeos, la redondez de la tierra y pueblos
hasta entonces ignorados. Si bien los sabios griegos, matemáticamente, habían
descubierto la circunferencia del planeta muchísimo antes, Colón lo hizo
evidente derrotando los miedos de su contemporáneos con tres naves destartaladas,
una tripulación de maleantes y toneladas de voluntad indoblegable. Es obvio que
es muy diferente conocer el camino a recorrerlo.
El pobre Colón murió pensando que había llegado a algún punto de
Asia, fue Américo Vespucio (por eso el continente se llama América) quién por
medio de la cartografía hizo comprender a los medievales europeos que estaban
frente a un "Nuevo Mundo". Las consecuencias de ese contacto entre el
"nuevo" y "viejo" mundo lo podemos ver cada día frente al
espejo: cada mañana veo en mi poco agraciado rostro que soy un pardo, un
mestizo, un hijo de la mezcla entre el conquistador y el indígena, entre el amo
y el esclavo. Sobre esa realidad, la realidad de mi origen genético, ni yo, ni
nadie, tiene algo que hacer. En el plano biológico no podemos ser otra cosa que
lo que somos, quizá llorar o reír, pero cambiar que somos lo que somos solo es
posible con toneladas de evasión en el alcohol o en el madurismo, o en ambos
vicios simultáneamente.
La evasión no sirve sino para distraernos de lo auténticamente
importante. El despechado quiere olvidar que su amor lo dejó, lo intenta con
alcohol y música triste, puede que hasta pierda el conocimiento por un breve
instante... Después recordará que su amor se fue y que quizá tenga al frente
solo dos opciones: seguir bebiendo hasta morir de cirrosis o aceptar su
realidad. Igual Venezuela, podemos ahorcar todas las estatuas de Colón,
denunciar los 500 años del "genocidio" contra los indígenas,
abandonar el español como lengua oficial y sustituirla por el universal y
enriquecedor wayú, abandonar el cristianismo, el judaísmo y el islamismo (todo
eso viene del viejo mundo) y adorar a la serpiente emplumada si nos da la
gana... Pero todas las mañanas, cada desgraciada mañana, volveremos a ver en el
espejo ese rostro mestizo que nos recordará que somos hijos del blanco, del
indio y del negro, que pureza india no hay, que tampoco hay pureza negra y
tampoco somos arios. Que somos, sin alternativa, lo que somos. Lo mejor sería,
antes que la evasión, atender los problemas de nuestro presente, para empezar, que
este pueblo mestizo no tiene un gobierno electo por voto universal, secreto y
directo, como si se tiene en Europa y en casi toda América y, junto a Cuba y
Nicaragua, somos un país gobernado a punta de fusiles antes que por la voluntad
de sus ciudadanos y la vigencia de sus leyes. Ese si es un problema importante.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com
/ @rockypolitica