lunes, 15 de marzo de 2021

 

Fernando Ochoa Antich: El reto de la oposición democrática I

 

La sociedad venezolana se  caracteriza, actualmente, por una creciente apatía hacia los asuntos políticos, lo cual dificulta el fortalecimiento y desarrollo de las acciones que pueda realizar la oposición democrática en contra de las arbitrariedades del régimen madurista. Esta apatía no se debe a la ausencia del natural repudio que suscita el gobierno de Nicolás Maduro, sino al desencanto y frustración que le causa a amplios sectores sociales la reprochable incapacidad de  la dirigencia política opositora para construir un sólido movimiento unitario, conducido por un liderazgo reconocido y acatado, que tenga la suficiente idoneidad para establecer una definida estrategia, un conjunto de acciones y un mensaje común que logre entusiasmar nuevamente a la inmensa mayoría de venezolanos víctimas de la tragedia que vivimos. Esta realidad  le permite al  gobierno de Nicolás Maduro mantener una amplia estabilidad derivada del férreo control que ejerce sobre los poderes públicos,  los medios de comunicación, la Fuerza Armada Nacional y demás organismos de seguridad del Estado en medio de una permanente acción represiva. Sin embargo, su absoluta ilegitimidad ha generado un creciente rechazo y un amplio e inmanejable aislamiento en el campo internacional.

Esta realidad se agudizó a partir de la firme posición asumida por los Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y el Grupo de Lima de imponer sanciones económicas al gobierno de Nicolás Maduro y a algunos de sus altos funcionarios, así como a empresas en Venezuela y en el exterior, después de la írrita elección presidencial del año 2018 y de las graves violaciones de los derechos humanos. El objeto de dichas sanciones ha sido debilitar al gobierno madurista limitando su capacidad para beneficiarse de las operaciones petroleras estatales, de la explotación minera, y de otras transacciones comerciales. El régimen ha tratado, infructuosamente, de justificar el rotundo fracaso de su incompetente gestión escudándose en el efecto de esas sanciones. Sin embargo, importantes estudios económicos, como los realizados por la Universidad de Harvard y el Instituto Brookings, sostienen que “al analizar varios resultados socioeconómicos en Venezuela, a lo largo del tiempo, se observa que el peso del deterioro de las condiciones de vida ocurrió antes de que las sanciones fueran aplicadas en el año 2017”. De igual manera, la confianza en la economía venezolana ya se había perdido para ese año, en virtud de la  inseguridad jurídica y de los numerosos hechos de corrupción.

La responsabilidad de Nicolás Maduro en la actual tragedia venezolana es ineludible y debería constituir la principal bandera de la oposición democrática en su lucha contra el régimen madurista. Lamentablemente, y de manera inexplicable, su dirigencia no ha sido capaz de organizar y conducir, como un todo, un vigoroso movimiento de protesta, en todos los ámbitos de la vida nacional, en contra de la gravísima situación económica y de las permanentes arbitrariedades del desgobierno madurista. Igualmente ha fallado ante la necesidad de constituirse en un interlocutor que coadyuve en los esfuerzos de la comunidad internacional para contribuir a la superación de la grave crisis venezolana. Tan inaceptable conducta ha traído como consecuencia un sensible debilitamiento de ese invalorable apoyo. Esta situación se debe recuperar con urgencia y es justamente el reto que tiene la oposición: crear una nueva organización que represente la totalidad, o, por lo menos, a los sectores más representativos de la oposición venezolana. Esa nueva organización, con un liderazgo reconocido y acatado, debería concertar conversaciones con dichos sectores a fin de establecer una sólida estrategia para enfrentar el desgobierno madurista y un convincente mensaje  que rompa,  de manera definitiva, con la reinante apatía.

Es verdad que, durante estos veinte años de lucha por recuperar la democracia, se logró crear  algunas organizaciones unitarias que al final no tuvieron el éxito esperado, porque fueron establecidas fundamentalmente con fines electorales y porque los egos y las absurdas rivalidades condujeron a su fracaso y desaparición. Sin embargo, la experiencia de esos años indica que una organización como lo fue, por ejemplo, la Mesa de la Unidad Democrática, puede ser el camino, pero con un fin más permanente y con una dirección con suficiente representatividad y fuerza. Para ello, me atrevería a sugerir unas elecciones primarias gestionadas por ANCO. El rotundo éxito obtenido en la Consulta Popular es un gran aval. La dirigencia opositora debería asumir este reto y empezar conversaciones, a la brevedad posible, a fin de crear el ambiente necesario para poder organizar esas elecciones en las cuales deben presentarse planchas para dirigir dicha organización. Esta idea, que  he querido transformar en un reto para la dirigencia opositora, no ha sido, hasta ahora, discutida en el seno de la oposición democrática. Me surge de la angustia que produce ver a Venezuela en tan trágica situación. La única respuesta que espero es una acción que permita fortalecer y capacitar a la oposición democrática para la difícil tarea de enfrentar, con mayor eficiencia, al régimen madurista.

fochoantich@gmail.com

Caracas, 10 de marzo de 2021.

Estimado Fernando:

1-  No hablar de la estrategia abstencionista que destruyó la confianza en la principal arma que teníamos  que era el voto.

2- No rechazar la solicitud de sanciones, cuan ellas han sido responsables de fortalecer a los sectores extremistas del madurismo y junto con la alianza oposición/ Colombia entregarle a la Fuerza Armada.

3- Haber puesto nuestra dirección política en manos de Washington.

4- La continua ofertas de “salida ya”, sin tener un real fundamento  y sin tener en cuenta que cada una generaba nuevas y mayores frustraciones: el abandono del cargo, el TSJ en el exilio, la ruptura del diálogo, la presidencia dizque interina , el Cucutazo, el golpe del 30 de Abril, Gedeón  etc.

La idea misma de una Unidad, tipo MUD, donde convivan visiones diferentes, cuando lo que se requiere es que en el seno del G-4 se franqueen las diferencias y se escinda en dos direcciones, de modo que cada una tenga suficiente coherencia. Una la que quiere votar, dialogar, protestar sólo pacíficamente, rechazar las sanciones y una intervención extranjera  (dicen que la Acción Democrática de Ramos Allup, Capriles y UNT andan en eso) y otra la que sigue creyendo en la abstención, el no-diálogo, la protesta sólo violenta, la fractura de la Fuerza Armada, las sanciones y la intervención extranjera. (Que Guaidó y PJ Borges se unan con Machado, Ledezma etc.).Tener una dirección donde convivan dos políticas contradictorias sólo no hace incoherentes y eso ayuda al gobierno.

No es la unidad la política sino un instrumento de la política. Pero primero es tener clara la política, la estrategia a corto, mediano y largo plazo, luego es la unidad dentro de los parámetros de esa estrategia común acordada. Poner la unidad primero es como poner la carreta delante de los caballos.

Según mis informaciones  nada de eso pasará. Me cuentan que ahora no habrá dos sino tres o cuatro oposiciones: la que participó en las parlamentarias y está en la Asamblea Nacional (que también es improbable que acuda unida a las regionales), la parte del G-4 que parece que va a participar pero que nunca se unirá a la primera; la VP- López y PJ Borges que insistirá en la misma línea de los últimos tres o cuatro años; y la más extremista, de Machado y Ledezma que quiere una intervención militar extranjera. Esta fractura a cuatro, asegurará las victorias electorales del gobierno. Esta es la gracia del extremismo de estos años y el legado ruinoso que nos deja.

Así como ves, Maduro no sólo llegará al 2024 (como te alerté hace dos años y no me quisiste creer)  sino más allá. Venezuela se integrará absolutamente a una nueva alianza geopolítica con Rusia, China, Irán y Cuba, con lo que la economía, reprivatizada, mejorará algo, pero no será capaz de asegurar el progreso y la prosperidad necesaria, pero si para darle estabilidad al madurismo en el poder. La presencia de AMLO  en México, el peronismo en Argentina, casi seguro Lula y el PT en Brasil creo que EEUU será poco lo que pueda hacer, excepto arreciar las sanciones y el madurismo seguirá ganando elecciones siendo minoría con un 25 0 30 % del REP, pero con 50 0 60 5 de los votos emitidos.

Algo muy especial tendría que pasar para que este oscuro panorama cambie. Yo rumio una idea para eso, pero no creo que tenga la fuerza para llevarla a cabo, aunque no dejo de buscarla. Ya te contaré.

Un abrazo,

Enrique Ochoa Antich

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