La pérdida de una vida es una tragedia irreparable. La pérdida de un ser querido es un hueco en el corazón; y si esa persona murió cuando no le tocaba, como dicen coloquialmente, el luto de los sobrevivientes se convierte en ira. Lo saben muy bien los habitantes de Güiria, porque ninguno de los que fallecieron ahogados merecía la muerte. Su motivación era la vida, por eso trataron de huir.

Ya todo el mundo sabe que el derecho a la vida se viola diariamente en Venezuela, lo que no se había visto es que pretendan dar consuelo a los deudos con limosnas. Eso fue lo que trataron de hacer en Güiria. Mandaron al ministro del régimen con unas canaimitas y un pedazo de pernil, como si eso fuera a borrar de la mente de las familias la tragedia que están viviendo.

Lo primero que deberían hacer es reconocer su responsabilidad. Y estamos seguros de que no fue para eso que el funcionario viajó hasta allá. Menos mal que los güireños están claros y lo recibieron como se merece. Hasta le llamaron ladrón.

Es este régimen el que les ha robado la vida y ellos no se van a conformar con premios de consolación. Los que trataron de huir en embarcaciones precarias lo hicieron obligados por la situación que los mismos rojitos han creado. Que no vengan entonces a cambiar la noticia con el cuento de la trata de personas. Es posible que algo de eso haya, pero lo que no quieren los güireños es que el país olvide que la motivación para salir de Venezuela es tratar de sobrevivir.

Lo que perdieron los habitantes de Güiria es mucho. Perdieron a seres queridos, pero también perdieron la esperanza y la inocencia de la que se servía el régimen para hacerlos creer en sus mentiras. El despertar de este pueblo fue trágico y doloroso, pero la ira les da las fuerzas para rebelarse y exigir más que promesas.

Así como echaron al ministro rojito y le devolvieron sus canaimitas y su pedazo de pernil, así mismo debemos en todos los pueblos de Venezuela decirle al régimen que no estamos dispuestos a soportar más maltratos. Esa rabia contenida de ver partir sin regreso a las familias tiene su origen en la maldad de un régimen que vela solo por sus propios intereses. No están dispuestos, nunca lo han estado, a resguardar la vida y garantizar el bienestar de los ciudadanos.

Váyase, ministro, con su limosna por donde vino. Lo que quiere Venezuela es ser libre para cambiar la ruta de su destino. Lo que necesitan los pueblos de cada rincón del país es el coraje de la gente de Güiria para decirles en su cara a los responsables de tanta miseria que nadie quiere más migajas, que lo que todos deseamos es reconstruir el país.