OPINIÓN/ Reinaldo Aguilera:
Para el momento en que les escribo la
presente columna, solo han pasado 24 horas prácticamente de que culminó el
proceso electoral para renovar el parlamento en Venezuela, minado por demás de
cualquier tipo de inconsistencias y transgresiones a las normas legales
vigentes, empezando por la propia Constitución Nacional y lo que debe faltar
sin duda por vivir.
Lo cierto es que aún con todo lo que ha
sucedido en estos meses pasados, la desorganización del nuevo Consejo Nacional
Electoral (CNE), los tratados y negociaciones de la mesita de diálogo y un
largo etcétera, los resultados dicen que las ganas y las energías de no aceptar
más abusos salieron a flote esta vez y eso el mal gobierno lo sabe; ya ni
obligando o amenazando a los “suyos” pueden organizar una elección, incluso en
el seno de las Fuerzas armadas se sintió el terremoto llamado ABSTENCIÓN y eso es
síntoma de que están muy mal, las cifras no cuadraron como lo esperaban y el
fantasma se hizo realidad.
Todo el ambiente quizás confuso que se
percibe, sobre todo para los que participaron, me hace recordar algunos hechos
de carácter histórico que vale la pena mencionar, solo para que observemos que
algo así definitivamente es posible si se presenta el caso de que el señor
Nicolás decida irse o dejarle el bulto a otro, cosa que en éste momento preciso
no está planteado, por cierto.
Uno de los casos a los que quiero referirme,
ocurrió en el marco de la Guerra de Secesión o
Guerra Civil, que como muchos saben, fue un conflicto significativo en la historia de los Estados Unidos de América y que tuvo lugar entre los años 1861 y 1865; el líder
(Presidente), de los llamados estados confederados fue Jefferson Davis, pero
siendo un conflicto militar por excelencia, quien tuvo la deshonra de rendirse ante el comandante de los
ejércitos de la Unión fue el general Confederado Robert
Edward Lee, quien con vergüenza rindió los ejércitos ante el General y futuro
presidente Ulysses S. Grant.
Por otra parte, algo más
adelante en la historia, al final de la Segunda Guerra Mundial, luego de un
conflicto en el que estuvieron involucradas la mayoría de las naciones del
mundo, por el lado europeo y luego del suicidio de Adolfo Hitler, quedó en
manos del General Alemán de la Wehrmacht Alfred Jodl, firmar la capitulación incondicional de Alemania el 7 de mayo de 1945.
En cuanto al fin de la guerra en el pacífico,
dónde libraban cruentas batallas los Estados Unidos contra el Imperio del
Japón, luego del lanzamiento de las Bombas atómicas, no correspondió al
emperador Hirohito o a algún Jefe Militar asumir la vergüenza de la derrota, el
desagradable honor, le tocó al ministro japonés de asuntos exteriores, Mamoru
Shigemitsu, quién a bordo del acorazado estadounidense USS Missouri, firmó el
acta de rendición de las fuerzas del Japón el
2 de septiembre de 1945.
Lo
que deseo reseñar con el breve recorrido histórico, es que, sin duda alguna, en
nuestro país algo similar va a suceder y será alguien
del aterrado y otrora “poderoso” gobierno revolucionario, a quien le tocará el deshonor
de asumir la vergüenza de haber sido derrotados
por un pueblo que se cansó de ser abusado, maltratado y burlado, sobre todo,
porque teniendo todo a su favor para hacerlo al menos
medianamente bien, el gobierno despilfarró, robó y destruyo todo a su paso.
Ese pueblo creyente y profundamente Chavista, no cayó ante
las amenazas de que no comerían si no sufragaban a favor del régimen, total, si
ya los tienen pasando hambre y penurias, sin gas, sin luz, sin seguridad y por
supuesto sin comida suficiente, por eso simplemente se abstuvieron y no
emitieron voto alguno, dejando los Centros Electorales completamente solos,
deslegitimando así aún más al ya deteriorado parapeto de Nicolás y sus
acompañantes.
Teniendo
oportunidades gigantescas, el mal gobierno también destruyo un entramado económico, político y socio cultural
que funcionaba en mayor o menor medida, ahora no.
Con el triunfo pírrico obtenido, no
existe duda de que continuará destruyendo lo que pueda, sin percatarse quizás
de que las cosas no son para siempre, que ese mismo pueblo al
que se le ofrecieron y aún le ofrecen dádivas, ya no cree en nada, por el
contrario, en el momento menos
pensado les pasará la factura completa y los que se creen muy estudiados
quedarán como idiotas, mientras que los
menos
preparados, con la sabiduría adquirida a través de los años de sufrimiento,
serán los verdaderos genios, por lo que alguien va a tener que pagar el precio de haber destruido a
todo un país, así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R.
@raguilera68/@AnalisisPE
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