La merienda de los tiburones, los migrantes parias…

por: Alfredo Coronil Hartmann

Venezuela sigue siendo el país de la abundancia, quien puede dudarlo, si hasta tenemos dos gobiernos, aunque no sepamos para que sirve ninguno de los dos. Lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo con los connacionales que, obligados por el hambre y la necesidad han ido a morir, como desheredados de la tierra que son, a las voraces aguas que rodean a una isla que -por desgracia- aún flota dentro de nuestro mar territorial, de la cual han sido expelidos o rechazados sin compasión ni piedad elemental, clama al cielo, y exigiría de cualquier gobierno normal, medianamente responsable, una respuesta acorde con esa monstruosidad.

El régimen que despacha en Miraflores y que tiene el respaldo de la FANB -al menos eso dice Padrino- no osa vulnerar los intereses de la isla corsaria que el imperialismo inglés nos dejó de regalo y que después, como todo aquel Estado o territorio que tenga potenciales conflictos o diferendos con Venezuela, cayo bajo la protección manifiesta de la cancillería castrista, hija de otro imperialismo aberrante y famélico.

El gobierno legal -mas que legal constitucional- ex-contitutionis que encarna según su letra al presidente de la Asamblea Nacional, artículo 233, de la presidencia de la República, por atrabiliario y absurdo que sea, no podía prever que su ejecución no hiciera sino propiciar la cohabitación de dos siameses mal llevados, que se propinan morisquetas y se sacan la lengua pero al final succionan ambos -por vías diferentes- de la magra y ajada teta de la República.

Mientras tanto hombres, mujeres, niños sucumben, entre el oleaje y los tiburones de ese estrecho de la vergüenza y la sarnosa águila bicéfala “presidencial” bien gracias. Pienso y siento que aunque su concreción no sea posible en estos momentos, para ninguna de las dos cabezas del ave carnicera, se ha dado la necesidad moral de no hacerse el loco y garantizarle a los venezolanos al menos una promesa de retaliación a futuro. Este texto lo había pensado como un mensaje a las Fuerzas Armadas, pero temí que me respondieran que ese número no estaba asignado a ningún suscriptor ¿O es que la sangre de los ciudadanos de este ex-país es gratis, para ofrendarla a cualquier dios de pacotilla?

Trinidad, Tobago no debe salir “lisa” de este sangriento e injustificable trance, no creo ser el único venezolano a quien le duele esta monstruosidad sin atenuantes. Al menos habrá a quien le corra sangre y no horchata por las venas, no olvidar y … pasar la cuenta.