OPINIÓN. -
Reinaldo Aguilera R:
Quizás a muchos les ha sucedido, por momentos uno se queda
en la oscuridad de la noche pensando y meditando, cuando de repente aparece un
rayo de luz que ilumina la memoria, fue entonces cuando buscando en mis
pensamientos me llegó el recuerdo de una mini serie del género dramático muy
famosa, basada en la trilogía literaria de John Jakes; para quienes crecimos en
los años ochenta (80) y además curiosos por la historia, resultó muy buena y
aleccionadora, se trata de “Norte y Sur”.
Para situarlos y seguir adelante, les contaré brevemente de lo que
trata, todo gira en torno a George Hazard y
Orry Main, éstos personajes son dos jóvenes que se conocen durante su formación
en la academia militar de West Point, por un lado, George procede de una
familia acomodada del Norte y Orry proviene de las plantaciones del Sur, donde
su familia tiene esclavos.
A pesar de sus diferencias, en la academia los
dos se hacen muy amigos casi hermanos, pero la Guerra de Secesión en los
Estados Unidos entre el Norte y el Sur, en la que ambos participan en bandos
opuestos, puso a prueba su amistad.
Como les dije hace un momento, la serie está basada
en el best seller homónimo de John Jakes sobre las décadas que preceden a la
Guerra Civil Americana y el desarrollo de ésta, la miniserie es considerada una
de las mayores superproducciones de la historia de la televisión, con un presupuesto
en su día multimillonario para una serie televisiva.
"Norte y Sur" no escatimó en
recursos, algo que se refleja en el espectacular despliegue de decorados y
extras y en la presencia de grandes superestrellas del cine hollywoodense en
papeles secundarios, como Elizabeth Taylor, Robert Mitchum, David Carradine o
Jean Simmons.
La serie supuso el descubrimiento internacional
de Patrick Swayze, que dos años más tarde saltaría completamente al estrellato
con "Dirty Dancing" y posteriormente con "Ghost", pero esa
es otra historia.
Luego de captar su atención, los traigo a
nuestro presente, pues llama poderosamente la atención, el giro que se está
observando justamente en el Sur de nuestro continente respecto a la negación de
avanzar hacia algo mejor, sociopolíticamente hablando y por el contrario se
pretende volver al pasado que no le hizo nada bien a nuestros países.
Los resultados parciales del proceso electoral
en Ecuador dan mucho en que pensar al respecto, las sociedades se ponen a
prueba cada vez que se presenta la oportunidad de cambiar los modelos de
gobierno y es justamente en las manos del ciudadano que está esa responsabilidad,
más aún cuando ya ha pasado por tantos cambios que debería tener la capacidad
de elegir y dirigir así el destino propio al igual que el del colectivo.
Vemos entonces con asombro, cómo en Bolivia el
18 de octubre de 2020, se realizaron elecciones para elegir al presidente,
vicepresidente, senadores y diputados; como presidente de Bolivia resultó
elegido en primera vuelta Luis Arce, del Movimiento al Socialismo de Evo
Morales, en la Argentina luego de lograr tener nuevos horizontes con Mauricio
Macri, volvió la gente al Kirchnerismo que es un movimiento político de
centroizquierda con orientación mayoritariamente peronista y en Chile a través
de un plebiscito nacional los socialistas lograron impulsar lo que será un futuro
cambio a la Constitución por medio de una Asamblea Nacional Constituyente.
Con el panorama anterior, obligatoriamente aterrizamos
en nuestra Venezuela y sin lugar a dudas pensamos si realmente existen las
condiciones para salir del régimen chavista que ya supera las dos décadas, para
muchos entre los cuales me incluyo, creemos que indudablemente sí existen, el
asunto es cómo materializar esos cambios y lo más difícil, lograr que se
mantengan en el tiempo y no volver atrás como está sucediendo en los países
anteriormente mencionados, muy difícil la situación de verdad.
No se trata de ser pesimistas, es mayormente un toque
de realidad, que nos lleva a pensar en la restructuración social que se hace
necesaria para que podamos volver a crecer como país, es imperativo el rescate
urgente de los valores vulnerados, sembrar nuevamente los cimientos del llamado
entramado social, iniciando desde las propias bases como lo es la familia, el
hogar; tenemos mucho por hacer si queremos que nuestro país cambie, ya no se
trata de que vuelva a ser lo que era, ése ya no existe y luego de todo lo que
ha ocurrido sumado a lo que falta nunca volverá, por eso tenemos que construir
uno nuevo, adaptado a los nuevos tiempos en todos los sentidos.
De todo lo anterior se desprende el inmenso desafío que
tenemos por delante, se ha vuelto una práctica muy común, que los ciudadanos
culpemos a nuestros líderes de que las cosas no salgan como las esperamos
siempre, que los resultados no sean satisfactorios y no nos detenemos a
analizar que la única variable que realmente controlamos es el esfuerzo propio
que luego se traduce en el esfuerzo colectivo y eso sí da resultados diferentes.
En conclusión, todos los ciudadanos, seamos del país
que sea, tenemos amplias responsabilidades en el destino de nuestras naciones,
sin embargo, esas responsabilidades van mucho más allá de las relacionadas con
el control del poder o de los gobiernos, cada individuo es responsable de sus
acciones y elecciones, de allí que en la medida que dichas acciones propicien
su desarrollo, también los países avanzaran hacia mejores escenarios.
Obligatorio es reflexionar, así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R.
@raguilera68/@AnalisisPE
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