OPINIÓN
Reinaldo Aguilera:
Dicen los más cercanos y no los tan cercanos al círculo de poder
del fallecido Hugo Chávez, que fueron varias las veces en las que vieron al
Teniente Coronel llorar, algo que es muy normal en el ser humano, pero sin
lugar a dudas dicha acción siempre es generada por alguna situación o
circunstancia.
Según crónicas y
comentarios de sus compañeros de armas, lloró la noche del 4 de febrero de 1992
cuándo se vio ya perdido y acorralado, lo que generó que rindiera las armas y
se entregara, en el intento de golpe de estado contra el Presidente Carlos
Andrés Pérez.
En otro episodio más cercano en nuestros tiempos,
tiene que ver con el día en el que le comunicaron que sufría de la enfermedad
que finalmente acabó con él, por cierto, algo muy normal que se sintiera
afectado, es natural.
Sin embargo, la noche de aquel 11 de abril de 2002,
la cosa fue diferente, Chávez quien finalmente se encontraba en el poder, no
imaginó que una simple marcha de ciudadanos colmara la principal autopista de
la ciudad capital y en un momento sin planificación decidiera dirigirse al
Palacio de Miraflores, lo que motivó que se desarrollaran los eventos ocurridos
en la avenida Baralt del centro de la ciudad y los sucesos ocurridos en el
famoso Puente Llaguno.
Mucho menos pensó el para entonces Presidente, que
su amada Fuerza Armada (aún no controlada ni penetrada del todo), se pondría
del lado de la Constitución y de la gente, exigiendo la renuncia del
mandatario.
Hace pocos días, se recordó
lo sucedido 19 años atrás, claro, cada cual tiene su propia versión, para unos
fue un fatídico Golpe de Estado perpetrado contra el Gobierno del presidente de
la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, para otros,
fue el día el que se dieron órdenes sin control alguno, lo que importaba era
que aquella gente no llegara a Miraflores y así se desarrollaron los
acontecimientos que marcaron un hito en la historia contemporánea del país.
Así como los propios acontecimientos, quedaron en
la historia las famosas palabras dichas por el General Lucas Rincón Romero a
nombre del Alto Mando Militar, durante la madrugada ya del 12 de abril de aquel
año: “Los miembros del Alto
Mando Militar de la República Bolivariana de Venezuela deploran los lamentables
acontecimientos sucedidos en la ciudad capital en el día de ayer, ante tales hechos, se le solicitó al señor
Presidente de la República la renuncia de su cargo, la cual aceptó. Los
integrantes del Alto Mando ponen sus cargos a la orden los cuales entregaremos
a los oficiales que sean designados por las nuevas autoridades”.
Palabras más palabras
menos, en paralelo Hugo Chávez era llevado a Fuerte Tiuna y puesto en custodia;
dice el historiador Agustín Blanco, que Chávez lloró amargamente varias veces y
por momentos ya viéndose apartado del poder, pedía que lo dejaran ir a Cuba.
Afirma Blanco que el
testimonio está basado en lo que indica el capitán retirado Otto Gebauer, quién
fue designado al azar como guarda y custodia por el Alto Mando Militar, según
el capitán, fue en
un momento a la habitación en la que estaba detenido Chávez y lo consigue en
pleno llanto, al preguntarle por qué lloraba, este le habría dicho que era
porque no le dejaban irse a Cuba.
Parte de lo ocurrido también lo recuerda
el para entonces presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, en ese
momento Monseñor
Baltazar Porras Cardozo; el papel de la iglesia en los sucesos ha sido muy cuestionado
es bueno decirlo, el caso es que en la madrugada del 12 de abril, monseñor
recibió a Chávez en el fuerte Tiuna, en compañía de varios militares que le
pidieron firmar la renuncia, que previamente había sido anunciada en televisión
por el General Lucas Rincón, el prelado afirma que Chávez lo llamó como garante
del respeto a su vida y que fue testigo en los hechos, también asegura que
Chávez aceptó la renuncia.
Hoy en día, el para aquel momento Monseñor Baltazar Enrique
Porras es Cardenal y ferviente opositor al régimen que mantiene al país en
constante zozobra y Chávez ya no está, sin embargo, el país y el desastre han
empeorado.
No podemos dejar de mencionar el pésimo manejo de la
situación de parte de muchos políticos, juristas y empresarios que al colocar
del modo como lo hicieron a Pedro Carmona Estanga, para ese instante Presidente
de Fedecamaras, lo que hicieron fue pisotear la Constitución y generaron la
atmosfera real de un Golpe de Estado, se perdió una oportunidad única, pues con
todo lo que pasó, se configuró la necesidad de restituir al presidente en funciones
y así sucedió, lo demás ya es historia.
Lo cierto en medio de todo y ya saliendo de aquel 2002, es
que después de las
elecciones de 2006 el régimen entró en una fase caracterizada por la creciente
intervención del Estado en la economía y por una mayor intolerancia hacia el
pluralismo ideológico incluso el interno.
El proyecto chavista se centró mucho más
en la nacionalización y se volvió mucho más dependiente de los ingresos de la
exportación de petróleo, además de manejar dichos ingresos como les dio la
gana. Se abandonó cualquier pretensión de levantar el sector no petrolero de la
economía iniciando el desastre.
El proceso de nacionalización se centró
inicialmente en sectores clave de la economía venezolana como lo es la electricidad
y las telecomunicaciones, para buscar tener más control.
Realmente el mal gobierno nunca tuvo una
estrategia para gestionar ni las industrias y cadenas de distribución nacionalizadas,
las dejaron perder y las consecuencias aún se viven.
Finalmente,
es importante decir, que la Venezuela que dejó el fallecido Hugo Chávez
(1954-2013) tiene diferencias notables frente a la actual de Nicolás Maduro,
quien por cierto se denominó como “hijo” de Chávez, heredó el mando de la
llamada Revolución Bolivariana, y aunque intentó mantener la misma línea del
fallecido mandatario, los chavistas desmarcados y los disidentes coinciden en
que es una traición política, lo que hace más turbio el panorama de nuestro
país.
Nicolás
Maduro ha estado ocho años al mando del país, que hoy afronta tasas de
hiperinflación y pobreza extrema debido a la crisis que arrastra desde hace
varios años, sin contar las locuras en el manejo de la pandemia de Covid-19,
podríamos asegurar incluso que no han existido cambios realmente significativos
en Venezuela tras el cambio de poder, más allá de los que se han empeorado.
Esperemos
Dios nos conceda tiempo y fortaleza para ver cambios reales y mejoras en un
país que lo tiene aún todo para salir adelante, y se generen los cambios que afecten
de modo positivo a toda la población que lo necesita con urgencia, así de
simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R.
@raguilera68/@AnalisisPE
No hay comentarios:
Publicar un comentario