Los vecinos de la comunidad Chaparral de
Carabobo, en la parroquia Independencia del municipio Libertador, hicieron
denuncia pública de haber recibido, el pasado 24 de agosto, la “Bolsa CLAP” cuyo
contenido, principalmente la harina, mostraba claros signos de no ser apta para
el consumo humano. Los empaques llegaron rotos, con olores putrefactos, propio
de orine de ratas y excretas de cucarachas, con una humedad tal que hasta hacía
desprender la tinta de la identificación de los productos. En esa comunidad,
varios vecinos presentaron cuadros diarreicos y distintos malestares tras la
ingesta de esos alimentos.
Esa es la realidad, sin maquillaje, sin
filtros de Instagram, sin censura. El Alcalde Juan Perozo, el Gobernador Rafael
Lacava y Nicolás Maduro, pueden llegar a esta comunidad mañana mismo y
preguntar. Es fácil de ubicar, está a unos cuantos metros del monumento de
Campo Carabobo, ese lugar donde los gobernantes vienen una vez al año a dar
aburridos discursos. Allí viven hombres, mujeres y niños, son una comunidad de
clase trabajadora, que en medio de la pandemia escuchan a diario la letanía
“quédate en tu casa” pero así, con esa comida, es imposible.
¿Qué clase de funcionario es aquel que envía
comida dañada a una comunidad de bajos recursos? Si lo sabia y envió las bolsas
CLAP dañadas es un deliberado acto de envenenamiento, es un psicópata homicida,
si ese funcionario dijera, ahora, que no sabía lo que hacía, entonces es un
negligente. Tanto el intento de homicidio como la negligencia en el
almacenamiento y distribución de alimentos son delitos conforme a nuestra legislación.
La sola denuncia en un medio de comunicación, constituye noticia criminis
y, por tanto, debería abrirse una investigación de oficio en el Ministerio
Público que determine los hechos y las responsabilidades. Eso es lo que ocurre
cuando existe el Estado de Derecho y se respetan, íntegramente, los derechos
humanos de todos los ciudadanos. ¿Ocurrirá? ¿Dirá algo el alcalde Juan Perozo o
guardará silencio? ¿Dirá algo el Gobernador Rafael Lacava? ¿Aunque sea un
chiste, algo…?. Yo espero que sí. Espero que tanto el alcalde como el
gobernador destituyan y procesen judicialmente a los funcionarios implicados,
que indemnicen a las víctimas, que repongan con rapidez los necesarios
alimentos a esas familias. En definitiva, espero que, al menos en este caso,
gobiernen con decencia y sensibilidad humana.
La pregunta que me tiene los pelos de punta
es la siguiente: ¿Estará llegando comida dañada a otras comunidades? Aún no he
recibido denuncias de otros lugares por una razón muy sencilla, en gran parte
del municipio Libertador no ha llegado el CLAP en meses. Visto lo visto, no
sabemos si eso es una buena o mala noticia. Lo procedente es que las
autoridades, de forma transparente, muestren dónde y cómo almacenan la comida
que es distribuida en las bolsas CLAP. Hablé con un buen amigo médico y le
pregunté ¿Qué le pasaría a una persona que por ingerir comida en mal estado se
enferme y, luego, también se contagie de covid-19? Me dijo, médicamente, “su
pronóstico es reservado”. No basta con gritar consignas, hace falta gobernar
con responsabilidad y, principalmente, con respeto por la gente.
Si las autoridades resuelven este caso de
forma satisfactoria, en este mismo espacio, los felicitaré y lo reconoceré como
un gesto de responsabilidad
gubernamental. Caso contrario, tendrán que arrancarme los dedos para impedirme
seguir denunciando lo que sufre la gente. Mi señora madre no parió ni
cómplices, ni cobardes, ni mudos.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica
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