A veces sucede que los distintos actores e individualidades se sumergen tanto en sus respectivos roles que pierden de vista las oportunidades que el entorno ofrece, esa es probablemente la razón que ha impedido que las universidades y los gobiernos municipales cooperen para el logro de sus correspondientes objetivos en beneficio de la colectividad.
Por una parte, la impericia administrativa
y la asfixia financiera del centralismo han provocado, entre otros perniciosos
efectos, que los municipios solo sean capaces de pagar a los trabajadores de la
administración pública sueldos inferiores a los 5 dólares mensuales. Esto, sin
duda, induce a la renuncia del personal, al ausentismo y a la
desprofesionalización laboral. En el caso del municipio Libertador, pues,
tenemos menos personal y con menor calificación para brindar los distintos
servicios a cargo de la alcaldía.
Por otra parte, las universidades tienen la
obligación, conforme a lo previsto en la Ley del Servicio Comunitario del
Estudiante Universitario, de ofertar proyectos en los cuales los estudiantes de
todas las carreras puedan cumplir 140 horas de trabajo comunitario como
requisito, junto a la tesis y las pasantías, para graduarse. En la actualidad,
en la Universidad de Carabobo, el proyecto de servicio comunitario es el
desmalezamiento del Campus Bárbula. Los futuros abogados, politólogos y
fiscalistas, a punta de machete, limpian las instalaciones de su facultad.
Ante ambas realidades desde cierta
perspectiva, aunque a veces nos tome por asalto cierto fatalismo por el obvio
deterioro del país, se hace imprescindible hacer mano de los anteojos de la
creatividad y ver las posibilidades de sinergia.
Por una parte, unas autoridades municipales
con los pies en la tierra, pueden inventariar aquellas necesidades que se están
dejando notar en su gestión y, junto con la Universidad y sus autoridades,
plantear la viabilidad de proyectos de servicio comunitario en los cuales
puedan sumarse los mismos estudiantes que son vecinos del municipio Libertador.
Los estudiantes de derecho podrían sumarse
a los equipos de trabajo del Consejo Municipal de Protección del Niño y el
Adolescente o en el Instituto Municipal de la Mujer para colaborar con la
asistencia jurídica a los casos allí ventilados. Los futuros politólogos
podrían brindar apoyo al Concejo Municipal para mejorar su desempeño
legislativo y sus actividades contraloras de la gestión pública, los futuros
licenciados en Ciencias Fiscales podrían ser de mucha ayuda en la Dirección de
Hacienda. Ganarían experiencia, cumplirían su servicio comunitario y sin
necesidad de trasladarse hasta Naguanagua, al Campus Bárbula, a cortar la
maleza.
El municipio también obtiene beneficios
porque robustece sus hoy limitados equipos humanos de cara a las necesidades de
la población, sin incurrir en costos y nutriéndose de ideas frescas y
renovadoras de estos talentosos jóvenes que vienen con ganas de comerse al
mundo.
También gana la Universidad porque sus
futuros egresados, conforme al espíritu de la Ley del Servicio Comunitario del
Estudiante Universitario, se hacen sensibles ante su entorno y asumen su rol
como agentes de cambio.
Esto puede ocurrir con todas las carreras
que dicta la Universidad de Carabobo y en todas las universidades que existen
en el estado. Puede ocurrir en todos los municipios y también puede ocurrir con
organizaciones comunitarias, en empresas con actividades de responsabilidad
social, en Iglesias y con organizaciones de la sociedad civil. Las
oportunidades son de variadas formas para quién desea verlas.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com /
@rockypolitica
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